Como buen cinéfilo, me gusta ponerme del lado de los perdedores. Los Reyes Magos lo son. La globalización dicta sus leyes, si bien ahora nos encontramos en periodo de desglobalización, es decir, desintegración de la economía mundial, originada por los desajustes pandémicos. Algo así como un retorno al medievo. Una hipótesis plantea que la antigua segregación de los agotes del Valle de Baztán (Navarra), donde mantuvieron su propia pila bautismal hasta tiempos no lejanos, derivaba de un antiguo ‘cordón sanitario’. De la misma forma, ya no llegan los turistas chinos a Segovia.
Cuando yo era niño, mi padre me hablaba de una película: ‘De ilusión también se vive’ (1947), cuyo final era emocionante. Santa Claus existe en realidad, tal como había pensado durante toda la trama la niña protagonista, interpretada por Natalie Wood, frente a la incredulidad de su padre. Rovaniemi se encuentra en la raya imaginaria de acceso al Círculo Polar Ártico. Papá Noel es su icono; pero no tuvimos la fortuna de encontrárnoslo por allí.
San Nicolás, nombre de personaje tan singular en Holanda, es corredor de fondo. Su presencia en las Españas no ha cesado de crecer, desde los estrenos de las películas de la Edad de Oro hollywoodiense. La logística inclina la balanza: los niños disponen de muchos días para familiarizarse con sus nuevos juguetes si ‘Santa’ actúa como mensajero. Por el contrario, la visita de Melchor y compañía es antesala del reinicio escolar. A pesar de todo, cada seis de enero es el día señalado para ese sector de nuestra economía concentrado en Alicante.
Los Reyes Magos siempre fueron generosos conmigo. A pesar del frío, que me obligaba a portar un ‘pasamontañas’ en el paseo hasta mi colegio, sus majestades llegaban puntuales a Burgos, ciudad que abandoné antes de cumplir los ocho años de edad. Recuerdo un fuerte, similar a los de las películas de indios y vaqueros. Mis ‘casacas azules’ eran como John Wayne. Otro regalo: un taller mecánico en miniatura con varias plantas, conectadas por un ascensor de verdad. ¿Qué decir del futbolín? En alguna ocasión, jugó conmigo el hijo del entonces alcalde de Sedano, quien fuera amigo de Miguel Delibes y agente en la compañía de seguros cuya delegación ostentaba mi padre. Ya en Madrid, qué bonito el Pegaso de Rico. Nuestras cotorras inseparables en el interior de aquel camión de tracción eléctrica: un momento inolvidable. La contemplación de la cabalgata, desde el ventanal del primer piso del edificio icónico de Banco Vitalicio de España en la calle de Alcalá, quedó almacenada como instantánea vívida.
En la Segovia triste de la postguerra, mi madre fue privilegiada: su ‘Mariquita Pérez’ llegó un seis de enero, procedente de una antigua juguetería situada en la Plaza Mayor, cuyo escaparate era objeto del deseo. Asocio algún Día de Reyes pasado en la ciudad de mis abuelos con los libros. Tumbado en la cama; y, atrapado en la lectura de Robinson Crusoe, que tiene muy poco de novela infantil. Yo también iba a devenir en náufrago: la casa familiar es mi isla. Cuando visité Portobelo, bastión poético y épico del antiguo Imperio Español, afloró en el baúl de los recuerdos ‘Piratas del mar Caribe’, obra de Emilio Salgari. Así se lo comenté a Eduardo Mendoza, durante el turno de preguntas en una conferencia impartida, hace años, por el escritor en la Fundación Mapfre de Madrid.
Mi familia y yo descubrimos roscones de reyes en Centroamérica. Allí se llaman ‘roscas de reyes’
Mi familia y yo descubrimos roscones de reyes en Centroamérica. Allí se llaman ‘roscas de reyes’, todavía más populares en México, que, por algo, fue Nueva España. Las grandes ciudades siempre ofrecen algo más. ‘El Riojano’, confitería emblemática con interior isabelino, hace gala de dispensar bizcocho tan efímero durante todo el año. Ya saben, segovianos, no pierdan la oportunidad: la calle Mayor de Madrid está a un paso.
Los Reyes Magos volverán a entrar por el acueducto. Entre otros, los nuevos españoles los esperan. Un ‘minimarket latino’ y una juguetería de gran tamaño se solapan, puerta con puerta, en José Zorrilla, arteria menos envejecida que otras. Algún hondureño leerá estas líneas, pues se trata de colectividad numerosa en Segovia. Quiero transmitirles mi añoranza por un muñeco cantarín y juguetón de Papá Noel en Tegucigalpa. Desde el balcón de nuestra habitación, ubicado en la plaza con tres hoteles gemelos, disfrutaba con su contemplación.
San Borondón no existe. Puerto Rico es la octava isla canaria; y, el idioma español ha resistido a presiones extremas
San Borondón no existe. Puerto Rico es la octava isla canaria; y, el idioma español ha resistido a presiones extremas. El paquete completo incluye a Santa Claus junto al pasaporte estadounidense. Sin embargo, nos comentaban que la festividad de los Reyes Magos se mantiene muy viva entre los enmontañados del interior, donde abundan esos apellidos portugueses de Tenerife, tipo Robaina. La epifanía también es efemérides para los maronitas de Beirut. Muchos conductores de taxis y autobuses lo son. Y, casi siempre, portarán una cruz o la estampa de San Marón para hacernos saber su condición de cristianos.
Los Reyes Magos vienen todos los días, yo solía decir. Los Reyes Magos no volverán, digo ahora. Su última visita fue demasiado breve.
(*)Profesor de la Universidad Complutense de Madrid
