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El Adelantado de Segovia

En la ciudad, libros vendidos por arrobas

por José María Martín Sánchez
17 de marzo de 2022
JOSE MARIA MARTIN DEPORTES
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Salvemos nuestro patrimonio en riesgo de ruina

Intrascendente celebración

Jacinto Guerrero y ‘El Huésped del Sevillano’ en el Cervantes

A ninguno de ustedes, y si alguno quedare que levante la mano, les será extraño aquello de las desamortizaciones en España. Las hubo y muchas. No fue como lo hizo el venezolano Chaves, que paseando por Caracas con un grupo de ‘asesores’ empleaba el decreto ¡exprópiese! cuando le informaban sobre esta o aquella vivienda, chamizo, garaje… pero expropiaciones aquí en el XIX, también antes y después, hubo. La gran mayoría propiedad de la iglesia, a las que pusieron su nombre en forma de decreto los políticos siguientes:

—Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea, 1766. Reinado de Carlos III.

— Manuel Godoy y Álvarez de Faria, 1798, reinado de Carlos IV.

— José Bonaparte, 1808.

— José Canga Argüelles, Cortes de Cádiz, 1811.

—Juan Álvarez Mendizábal, 1836.

—Baldomero Espartero Fernández-Espartero y Álvarez de Toro, 1841.

—Pascual Madoz e Ibáñez, 1854…

¿Qué se buscaba, qué se pretendía con el proceso desamortizador? Lean:

— Saneamiento de la hacienda pública.
— Rentabilidad política y social
—Alcanzar la liberación económica para que la burguesía —la nueva clase social— pudiera potenciar el desarrollo capitalista. O así.

Desde que Godoy comenzara con su proyecto de subastar las tierras y bienes que se encontraban en las llamadas ‘manos muertas’, iglesia católica y órdenes religiosas, que las habían acumulado a través de donaciones, testamentos… así como baldíos y tierras comunales de los municipios, todo lo que llegó después tuvo las mismas consecuencias, vender para recaudar. La mayor rentabilidad la consiguió Madoz. Este llevó a las arcas del Estado 7.856.000 reales. El doble, como ejemplo, de la que lanzó Mendizábal.

Cuando no se podía vender, porque nadie (de los que tenían poder económico) acudía a la subasta, se agudizaba el ingenio y se buscaban otras opciones. He aquí algunas ¿curiosas? que se ‘dieron’ en Segovia por los años 1844 y 45.

Entrando en las decisiones tomadas por la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos, encuentro publicada la siguiente: ‘Se subastarán el próximo 17 de mayo alrededor de 200 arrobas (2267 kilos) de libros, que fueron propiedad de los conventos suprimidos (principalmente de la biblioteca de El Parral)’. Para ‘entrar’ en la subasta se ponían las siguientes condiciones:

—No se admitirá proposición alguna que no puje por el total de las 200 arrobas, bajo la base de 12 reales/arroba.

—Una vez habiendo sido el remate al mejor postor, se hará entrega de los libros una vez pesadas las arrobas.

—El adjudicatario entregará en el acto su importe en dinero, siendo por su cuenta el traslado, envasado y demás que puedan ocasionarse.

La referida subasta tuvo como lugar de ‘encuentro’ la biblioteca pública. Pura sensibilidad.

La Junta Provincial de Enajenación de edificios y conventos suprimidos, al no encontrar compradores en las subastas, amplía la ‘cosa. Ejemplo: ‘Se arriendan habitaciones en cualquiera de los edificios de los conventos de San Francisco, Santa Cruz, Carmen Descalzo y El Parral. Las personas que gusten tomar habitación en cualquiera de ellos, se presentarán en la contaduría de Amortización’.

En el mismo camino, y aprovechando hoy la triste circunstancia del abandono obligado del convento, el Estado capitalizó y puso a la venta tras enajenación (1844) en inicial subasta de 329.760 reales, ‘las viñas, prados y eras, compuesta de 430 obradas (¡tela!) en el término de Miguel Ibáñez que tenían en propiedad las religiosas del Convento de San Vicente de Segovia’.

En ese mismo tiempo fue el Juzgado de 1ª Instancia de Segovia quien ‘sacó’ a pública subasta edificios de los que los segovianos tenemos ‘ligeras’ nociones. Ejemplos varios:

Cuartel de San Pablo, casa contigua con cochera y otra sin ella, en 111.420 reales; el edificio que fue convento de Capuchinos en 91.116 reales, así como la venta de la huerta, alberca y conducciones de agua del referido convento en 17.000 reales; otro terreno y arbolado de Capuchinos que se situaba frente al Hospital, compuesto de una obrada de primera calidad, con cuatro nogales, dos almendros y demás árboles, en 5.700 reales.

Para concluir, una noticia de ‘alcance’: El molino harinero de San Medel, término de Valseca, que perteneció a los Dominicos de la capital, le fue adjudicado en pública subasta a Antonio Tapia y Torre, por la Junta de Venta de Bienes Nacionales en diciembre de 1844. Pero… tres meses después, por causa de ‘olvido’ en el pago de la adjudicación, 4628 reales, la Junta le requirió para que en quince días lo hiciera efectivo.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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