¡Paz, salud y bien para todos! Este es mi deseo y mi preocupación en estas fechas tan significativas, en las que recordamos el nacimiento de un niño en Belén que cambió el rumbo de la historia. Jesús de Nazaret, hijo de Dios, que vino al mundo para redimirnos del pecado y hacerlo todo nuevo. Desde entonces y hasta hoy venimos celebrando en cada rincón, en cada hogar, ese día junto a toda nuestra familia.
Por tanto, el nacimiento de Jesús de Nazaret es motivo de reunión y unión familiar en la cena del 24 de diciembre, víspera de su nacimiento, y de la comida del día 25. Un encuentro lleno de emociones y de sentimientos, donde las familias, por primera vez, se reúnen todos juntos y donde la felicidad y la armonía reinan esos días.
La Navidad, una tradición de siglos de historia que invita por unos días a la fraternidad, al amor, a la esperanza, a la paz… Unos días para estar en familia, esa que nos mantiene unidos y que hoy, por desgracia, está en riesgo ante tantas leyes ideológicas de la izquierda y del PP que atacan a la línea de flotación de la familia, cuyo objetivo es su desintegración y su desaparición.
Nada es casual en esta vida, y todo sujeto aislado, separado, es más manipulable y, por tanto, preso de las ansias y las garras de aquellos que encuentran en la separación su objetivo. Poder y control.
El nacimiento de Jesús nos invita a todo lo contrario, nos invita a la unión fraternal entre las familias, al amor verdadero y sincero
El nacimiento de Jesús nos invita a todo lo contrario, nos invita a la unión fraternal entre las familias, al amor verdadero y sincero, al respeto de unos con otros y al sentido de pertenencia a un núcleo, el familiar, que forma parte de nuestra naturaleza, de nuestro destino, de nuestra genealogía. Esa a la que nunca debemos renunciar.
Que la izquierda no te confunda, no permitas que paganice, ni modernice unas fiestas que son tradición de siglos. Hemos visto estupefactos cómo en Barcelona la alcadesa Ada Colau ofendía a los católicos con un ‘Belén trastero’, o cómo durante el mandato de Carmena en el Ayuntamiento de Madrid, los Reyes Magos parecían cualquier cosa menos Reyes Magos, donde muños niños confundieron a Melchor, con el mago Merlín, o la famosa carroza de travestis en Vallecas.
La izquierda intenta denigrar nuestras tradiciones de siglos, por una parte, por el supuesto respeto a las personas que no son de religión católica y que podrían ofenderse por la exposición pública de fiestas de contenido religioso y, por otra parte, por la interculturalidad de cada comunidad étnica o religiosa, de tal forma que pueda vivir sus tradiciones sin que se les pueda imponer las costumbres tradicionales de un país.
Los dos argumentos utilizados para justificar el ataque a las tradiciones populares y artísticas españolas son de una falacia escandalosa porque la mayoría de los españoles no tiene por qué renunciar a sus costumbres ancestrales por el hecho de que un grupo minoritario, magníficamente acogido por otra parte, considere que no le gustan las fiestas de Navidad.
La creación de guetos dentro del país como pretenden los defensores del interculturalismo no solo no beneficia el proceso de integración, sino que puede suponer la entrada en España de tradiciones locales gravemente lesivas con los Derechos Humanos. Por ejemplo, el menosprecio islámico a las mujeres o determinadas tradiciones africanas opuestas a nuestros principios democráticos y éticos.
En definitiva, la izquierda utiliza la excusa de la integración, pero subyace otro objetivo, que es la ruptura y la desaparición de la familia, motor necesario para la prosperidad de una nación.
Por ello os invito a que no renunciéis a vuestras tradiciones, ni permitáis que os las cambien con sibilinos mensajes de supuesta bondad, porque esconden su desaparición.
(*) Diputado de Vox por Segovia.
