Su madre interrumpe la conversación. Quiere dejar claro que su hija es autodidacta: ha aprendido inglés por su cuenta. De ahí que lo que ha conseguido tenga más mérito. Cuando era pequeña, Lucía Galán no veía los dibujos en español. Esto ha facilitado que ahora haya superado la prueba de acceso para hacerse con una de las becas ‘Amancio Ortega’. El pasado 26 de enero se enteró de que era una de las 400 seleccionadas. Estaba en el instituto. Sus padres le dieron la noticia. Se llevó una grata sorpresa. Aún no se cree que el próximo mes de julio empezará a vivir su sueño americano: estudiará 1º de Bachillerato en Estados Unidos.
Lucía cursa 4º de la ESO en el IES Francisco Giner de los Ríos. El 16 de septiembre del pasado año, presentó su candidatura. Tiene un 9,8 de media de los tres primeros cursos. En la prueba de acceso, obtuvo un 9,984 sobre 10. Conseguir esa nota no ha sido sencillo. Detrás hay muchas horas de estudio. Y un gran sacrificio.
Hace años que conocía la existencia de estas ayudas. En su lista de sueños, ocupaba un lugar principal su deseo de estudiar en el extranjero. Tal es así, que este curso no ha hecho ninguna actividad extraescolar. Quería centrarse en estudiar. Lloró cuando, en 2021, la pandemia obligó a cancelar las becas. Este año, volvió a llorar. Pero de felicidad. Su madre está orgullosa: “Nunca he visto a nadie con un objetivo tan claro como lo tenía ella”, dice Patricia Martín. Reconoce que la echarán de menos.
Es muy perfeccionista. En ocasiones, esto le juega una mala pasada. Y se pone nerviosa. Necesita “dominar” toda la lección. Le da miedo equivocarse. Se exige mucho. Aunque sabe mantener el control. Es de esas alumnas que, cuando llega a casa, se lamenta de lo “mal” que ha hecho el examen. “Y luego es un 9,7”, ironiza Patricia.
Quiere estudiar Derecho o Ciencias Políticas. De no ser por esta ayuda, no podría vivir una experiencia así. Le cubrirán todos los gastos. Asistirá a clase en un centro educativo local. Y convivirá con una familia anfitriona.
A estas becas optan unos 10.000 estudiantes en toda España. El proceso ha sido largo. “Tenía mucha tensión y presión”, cuenta Lucía. Vivía cada fase con intensidad. El simple hecho de participar, ya le parecía todo un reto. “Ha sido todo tan surrealista, que a veces pensaba que no lo conseguiría”, dice. Pero lo ha hecho. Y pronto vivirá una experiencia que se quedará grabada en ella para siempre.
