La Catedral de Santiago de Compostela se quedó ayer pequeña para albergar a todos los ciudadanos anónimos que quisieron arropar a las familias de las víctimas en el funeral oficial por los 79 muertos en el peor accidente ferroviario de las últimas cuatro décadas en España.
Presidido por los Príncipes de Asturias, acompañados por la Infanta Elena, y con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, emocionado en la primera fila de los bancos reservados a las numerosas autoridades que se desplazaron de todo el país, las exequias se convirtieron en un emotivo homenaje a los muertos y los heridos.
«Galicia y España os llevan en el corazón», proclamó el arzobispo de la capital, Julián Barrio, en el templo dedicado al Apóstol, convertido en escenario de luto y dolor. «Ha sido un duro golpe. Hemos sufrido todos», agregó el prelado.
En su homilía, monseñor Barrio admitió que «no es fácil comprender y aceptar» la pérdida de tantas personas «cuando tantos proyectos y esperanzas llenaban su quehacer diario», pero apeló a «no malgastar el dolor». «Todo tiene sentido en nuestras vidas. No somos un grito en el vacío. El sufrimiento y la muerte parecen hacer estremecer nuestra fe, pero la fe nos dice que nuestro dolor, unido al de Cristo en la cruz, es portador de salvación», incidió.
Junto al jefe del Ejecutivo, santiagués de nacimiento, y su esposa, Elvira Fernández, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez-Feijóo, contenía la emoción, mientras los familiares de muertos y heridos lloraban durante el oficio fúnebre.
En la puerta principal de la seo, un altar improvisado con flores y velas por peregrinos llegados a la capital gallega a través del Camino de Santiago daba cuenta desde horas antes de la tristeza por las consecuencias de un siniestro que desde el pasado miércoles por la noche mantiene a la nación conmocionada. Tristeza expresaban también las campanas de la Catedral, que estuvieron tocando a muertos desde una hora antes de que comenzara el acto.
Al templo acudieron también vecinos de Angrois, la parroquia junto a la que descarriló el tren, que se lanzaron a socorrer a las víctimas nada más ocurrir el accidente. Su solidaridad y entrega les ha valido el nombre de los héroes de Angrois, un calificativo que ellos rechazan porque aseguran que hicieron lo que había que hacer.
En la seo estuvieron también miembros de los equipos de emergencia y de las fuerzas de seguridad que trabajaron durante horas atendiendo a las víctimas y sacando a los heridos atrapados entre los vagones. En los hospitales gallegos siguen ingresados 69 heridos, de los cuales 22 se encuentran en estado crítico.
Fuera de la Catedral, decenas de personas que hicieron largas colas para acceder al sagrado lugar, pero para las que no quedó sitio en el interior de la nave, siguieron el oficio fúnebre a través de una gran pantalla instalada en el escenario que inicialmente se había colocado para celebrar las fiestas de Santiago Apósto.
«En el atardecer de un día que se presentaba festivo, la noticia del accidente ferroviario sobrecogió nuestra alma, que buscó en la oración el sosiego para encomendar al Señor a los fallecidos, pedir la recuperación de los heridos e implorar el consuelo y la serenidad para las familias de las víctimas», sentenció monseñor Barrio.
El arzobispo de Santiago tuvo también palabras de recuerdo para los cerca de 40 muertos que dejó el pasado domingo por la noche un accidente de autobús en el sur de Italia, que cayó por un precipicio de 30 metros.
Uno de los momentos más emotivos de la tarde tuvo lugar finalizada ya la ceremonia religiosa, cuando los Príncipes de Asturias dieron, uno a uno, el pésame a los familiares de las víctimas, entre gestos de cariño y de dolor.
