Los próximos días 5, 6 y 7, se realizarán las pruebas de junio de la EBAU —o Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad—, esa prueba que sirve para calibrar los conocimientos de los alumnos y comprobar si están preparados para la universidad. Aunque, desde el alumnado, la cita se vive como un mal trago aterrante por el miedo a no tener suficiente nota. No es fácil enfrentarse a la EBAU: es una prueba de fondo de dos años con un último repecho de nervios e inseguridades.
No es fácil enfrentarse a la EBAU, pero la próxima semana habrá casi una treintena de alumnas y alumnos procedentes del IES María Zambrano peleando por su elección de estudios y demostrando su duro trabajo de los últimos dos años. Son buenos estudiantes y buena gente, jóvenes talentosos que han hecho del instituto una casa en la que han dejado huella. Tienen grandes virtudes y grandes talentos que deben desarrollarse todavía más y que ojalá retornen en algún momento al municipio. Y es que todavía no hemos pensado en lo que supone la fuga de talento que desde hace décadas se da en El Espinar. Pues, ¿cuántos universitarios vuelven después de sus años de formación? ¿Cuántos pueden desarrollar aquí su vida profesional? ¿Y qué ocurre con los que optan por la formación profesional que también se imparte fuera del municipio? ¿Cuántas experiencias, ideas e iniciativas nos estamos perdiendo? ¿Cómo se podría atraer el talento que nos ayude a crecer, a desarrollarnos y a mejorar como sociedad y municipio? ¿Valoramos lo suficiente la formación, el conocimiento y las ganas de aprender?
Muchas preguntas sobre las que reflexionar a una semana de esa EBAU a la que no es fácil enfrentarse. Pero nuestros chicos y chicas lo harán —ahora o en julio—. Los resultados no serán tan transcendentales como creen: siempre hay alternativas, incluso mejores que la idea original. No temáis, aunque no lo parezca, lo más difícil ya ha pasado.
