En sí, parecía una buena noticia: por primera vez en 11 años, la princesa japonesa Masako, aquejada de graves problemas de salud mental, realizaba un viaje oficial al extranjero. Pero lo cierto es que la visita de ésta y su esposo Naruhito a Holanda con motivo de la coronación el pasado martes de los príncipes Guillermo y Máxima no ha generado precisamente alegría en el país del sol naciente. Además, ayer se conocieron los verdaderos intereses de la mujer por acudir a Amsterdam: reconciliarse con su padre, Hasashi Owada.
Para coger un avión, la nuera del emperador, de 49 años, está suficientemente en forma. Y entonces, ¿por qué apenas se la ve en los actos oficiales?, se preguntan los medios nipones. Los príncipes llevan 20 años casados, pero durante casi la mitad de ese tiempo, Masako ha estado recluida en palacio. La antaño alegre diplomática sufre, oficialmente, un trastorno de adaptación debido al estrés de su cargo. Para muchos observadores, podría tratarse de una reacción a la presión de engendrar un descendiente varón.
Aunque la esposa del heredero dio a luz finalmente a la pequeña Aiko, la aplicación tradicional de las leyes del imperio niegan el trono a las mujeres. El problema sucesorio quedó finalmente zanjado cuando, en 2006, el hermano menor de Naruhito, Akishino, y su mujer, Kiko, trajeron al mundo un niño: el príncipe Hisahito.
Para Masako, aquello no supuso una liberación real, sino más bien un gran fracaso.
A esto hay que sumar que los medios de comunicación se muestran cada vez más críticos sobre lo activa que está la princesa en privado, mientras que, en asuntos oficiales, apenas se hace notar. «Es siempre la gran ausente», aseguran los periodistas.
Por si fuera poco, hace unos días se conocieron los verdaderos motivos de la presencia de la princesa triste, como la llaman en su país, en Amsterdam: coincidir con su padre, Hasashi Owada, magistrado del Tribunal de la Haya y a quien le une una relación agridulce.
Dulce, porque ella intentó seguir sus pasos en la carrera diplomática cuando estaba soltera. Y agria porque su progenitor jugó un papel crucial a la hora de que la joven decidiese formar parte de la familia real. Ese fue el comienzo de su fatal historia.
Finalmente, Masako acudió a Holanda pero solo apareció en los actos de la mañana. No participó el los eventos de la tarde ni en los de la noche. Una agenda poco apretada que le permitió ver a su padre. Su ausencia se notó y la conversación con Hasashi Owada no se ha hecho pública.
Y es que Masako se encuentra cómoda en la tierra de los tulipanes. Ya lo demostró en 2006, cuando los príncipes aceptaron la invitación de la reina Beatriz y decidieron pasar más de dos semanas de vacaciones en el palacio de Het Loo, algo poco frecuente, ya que la familia real japonesa no suele salir del país para desconectar.
Mucho se especuló entonces sobre aquella visita. Algunos vieron un gesto de apoyo y entendimiento por parte de Beatriz a Masako, que pasaba por uno de sus momentos más bajos, disparando todo tipo de conjeturas, a cual más morbosa.
Conviene recordar que la relación que une a las dos familias es muy estrecha: Naruhito y Guillermo han asistido juntos a conferencias sobre el agua y comparten esa pasión, y se comenta que fue Máxima quien llamó a Masako para que asistiese a la ceremonia.
