Las chicas del Unami de División de Plata hicieron méritos para perder su partido frente al Universidad de Salamanca, un rival que demostró ser inferior durante toda una primera parte, jugada prácticamente en cancha salmantina pero sin una sola ocasión clara de gol por parte de las segovianas, y acabaron llevándose un 3-0 en contra, convirtiéndose en el único equipo contra el que han podido puntuar las charras.
Queda por lo tanto claro que el partido lo perdió, por derecho, un Unami falto de ideas y de recursos en ataque. Pese a toda la posesión que tuvo, si alguna vez durante la primera mitad se acercó a la portería de Alba, fue desde lejos; con un disparo de Marina que se fue pegado a la escuadra y un par de acciones de Cris. Lo que no queda tan claro es si la actuación arbitral pudo haber influido, y mucho, en la actitud y la concentración de las azules. Y por extensión, en el resultado final.
Para hacerse una idea, basta con echar la vista al total de ocho tarjetas amarillas mostradas por la pareja arbitral, en un encuentro cuya primera parte fue de siesta absoluta, y cuya segunda mitad no estuvo exenta de las patadas de siempre y de un par de acciones feas, pero que, en conjunto, en ningún caso podría ser tachado de partido violento.
Con esta evidencia, se puede concluir que a los árbitros del Universidad de Salamanca-Unami, el partido se les fue de las manos. Y nunca mejor dicho.
Corría el minuto 32 de la segunda parte y Nieves, nada más reanudarse el encuentro a la vuelta del descanso y Alba algo después, ya se habían aprovechado de dos pases mal dados por las azules –en media cancha y al borde del área–, para poner el 2-0 en el marcador, cuando tuvo lugar la jugada que pudo haber metido a las chicas de Carmen Escribano en el partido y que, sin embargo, acabó desquiciándolas. Un pase elevado había hecho a Rocío ganarle la espalda a la defensa y plantarse sola delante de la portera; la jugadora del Unami intentó colarla por arriba y Alba, fuera del área, paró con las manos un balón cuya trayectoria era clara, gol.
Según el reglamento, la intervención de la portera habría acarreado tarjeta roja, pero el árbitro decidió obviarlo y castigarla únicamente con la amarilla. La consecuencia de la jugada fue; ni gol, ni expulsión, ni superioridad numérica, pero, sobre todo, ni estimulante para las azules de venirse arriba e intentar remontar el partido. Y aún otra no-consecuencia más; la expulsión le habría supuesto al equipo salmantino un problema, ya que no contaba con una segunda portera, y tan sólo tenía dos cambios.
Nada de esto ocurrió y a partir de ese momento, y a raíz de otras decisiones arbitrales con más cabeza que pies, las jugadoras del Unami, viendo que quedaban pocos minutos para la finalización del encuentro, jugaron más precipitadas.
El partido comenzó a hacerse de ida y vuelta –con permiso de los dos minutos en los que las visitantes se quedaron en inferioridad por la expulsión de Guti–, y en uno de esos intercambios de golpes, Trini, la única jugadora de Salamanca capaz de irse en el uno contra uno de las segovianas, enseñó a las azules cómo tenían que haber ganado el partido desde un principio; un par de regates en banda que dejan a dos defensoras atrás y pase al hueco a su compañera Laura que, sola frente a Raquel, poco más tuvo que hacer que colocarla para colarla en la portería y marcar el 3-0 final.
