En un partido con fases excelsas, el Unami subió con tesón cada escalón hacia un triunfo del que se hizo merecedor, pero vio como sus alegres zancadas desembocaron en el fango cuando el marcador elevó la trascendencia de cada acción. Las segovianas se hicieron dueñas del partido tras el descanso, con una incesante presión sobre el balón traducida en un goteo imparable de contragolpes, y dominaban de ocho a cinco minutos del final (59-51). El cansancio de contar con menos efectivos que su rival y la mala ejecución ofensiva, con Martina como única guía, agotaron segundo a segundo esa renta. Un tiro libre de Crespo a 3.8 segundos del final, tras una falta de Bea para cortar un contragolpe que se temía decisivo, marcó la diferencia en un desenlace caótico.
El choque será recordado por un duelo casi homófono entre Martina y Marina. La jugadora del Unami, ayudada por un gran trabajo defensivo de Sofía, cambió el lenguaje del partido con diez puntos casi consecutivos tras el descanso, transformando una ventaja peligrosa del Universidad de León (29-37) en un choque parejo del que se fueron adueñando con pequeños pasos, pero firmes. Su incidencia en el partido no dejó de crecer, partiendo siempre del trabajo defensivo para obtener premio en las transiciones, y dejó acciones muy meritorias como un tiro en penetración contra tabla sobre la bocina de la posesión.
DOS PUNTOS EN LOS ÚLTIMOS CINCO MINUTOS
Martina contagió su lucha a compañeras como Bea, que anotó tras ganar dos rebotes ofensivos seguidos, y su acierto a Sara Manrique, que recuperó la confianza con dos lanzamientos en carrera a una mano. Al final tuvo que lidiar con demasiada responsabilidad ofensiva en un equipo que solo anotó 2 puntos en los últimos cinco minutos. Con el partido igualado y 26 segundos para el final, quizás debió agotar la posesión el Unami, que se jugó el triunfo en un nuevo esfuerzo de Martina sorteando rivales en la pintura. No tuvo premio y su rival contó con demasiados segundos.
En el otro lado del ring estaba Marina, clave en el meritorio triunfo de su equipo frente a Maristas, segundas. Habitual de la selección de Castilla y León hasta cadetes, la alero, que complementa la presencia física con el bote de una base, abandonó el basket hasta tiempos recientes. Entra en el juego a partir de la defensa, arma el contragolpe con una precisión matemática y rectifica cualquier incomodidad para anotar cerca del aro. Sus 14 puntos en la primera parte alejaron por momentos a un cuadro leonés con grandes lagunas de concentración.
LA FACTURA FINAL DE LOS TIROS LIBRES
Más vigilada en el segundo tiempo, Marina elevó el ritmo defensivo en el colapso final del Unami, que sufrió ante un rival que solo llevaba una falta en el tramo final. Con el tiro como único déficit, la alero roba, tapona, piensa… Anotó dos tiros libres que dejaron la diferencia en cinco y empató el partido (59-59) con una penetración imponente. Deborah, que encestó un triple clave, anotó con seguridad desde la personal para poner el último empate de la mañana (61-61). Mientras, Sara Araújo, voluntariosa pero sin la presencia de otras tardes, se abonó a la rutina de meter el primer tiro libre y fallar el segundo.
Puede exhibir orgullo el Unami por su salida en el tercer cuarto, cambiando el lenguaje con con la defensa como estandarte. Con siete jugadoras, el tramo final se hizo tortuoso, tanto en lo físico como en lo anímico, pero la experiencia de decidir la contienda en las décimas finales es una inyección de madurez impagable, un premio a la incesante combatividad que les acercó a unas pisadas del triunfo.
