La asociación Encierros de Cuéllar celebró su tradicional reunión para decidir la mejor ganadería de los encierros de Cuéllar y premiarla. Al acto acudieron representantes de la asociación, como Manolo Blanco y Antonio Salamanca, Ernes Fernández como caballista, José Luis Escudero, en nombre de la peña taurina El Encierro, Abel Montero como joven aficionado y los medios de comunicación locales. Con voz pero sin voto estuvieron presentes Félix Sanz y Alfonso Rey, autor del trofeo de este y otros años, que en esta ocasión no será entregado.
El objetivo de este galardón es premiar a la mejor ganadería de cada edición de los encierros para mejorar la organización de esta tradición ancestral que se celebra en la villa, como así mismo lo define la asociación. Algunos de los requisitos imprescindibles recogidos en las bases son: que se haya presentado toda la documentación sanitaria y ganadera, que tengan una correcta presentación, con trapío, hechuras y homogeneidad en el encaste, que los animales tengan un comportamiento noble en su traslado por el campo y que especialmente demuestren bravura y juego interesantes en el recorrido urbano del encierro.
Tras las reflexiones pertinentes, el fallo del jurado decidió, por unanimidad de diez votos en blanco, declarar desierto el trofeo de 2015. El ciclo de encierros de este año, tan accidentado y problemático tanto en el traslado por el campo como en el recorrido urbano, ha tenido como resultado que ninguna ganadería sea premiada.
En 2014 fue la ganadería Coquilla de Sánchez Arjona la que recibió el trofeo, por el encierro del martes de Toros: completo y ordenado dentro de otro ciclo que también se caracterizó por los problemas de traslado.
El objetivo del fallo del jurado tiene otro muy claro: exponer impresiones sobre el desarrollo de los encierros. Contar con las opiniones de cada participante en ellos es primordial para la asociación, por lo que el debate es tan relevante como la entrega del galardón.
Los primeros comentarios generales y en los que coincidieron prácticamente la totalidad de los presentes se refirieron a la buena presentación del ganado de este año. Las expectativas sobre la elección de las reses eran muy buenas y los aficionados ansiaban ver el comportamiento de los animales en el campo y en las calles. Por ello, la pregunta general se basa en qué ha fallado, con una respuesta casi unánime: la organización. Se habló de una “falta de decisión en momentos clave” y la necesidad de “un protocolo de actuación”, que la asociación ya propuso hace años pero fue rechazado por el Ayuntamiento. La problemática tanto en el campo como en el tramo urbano llevó a los presentes a preguntarse quién manda, quién toma las decisiones cuando se generan esas situaciones de tensión y descontrol del ganado.
Otro de los temas abordados con insistencia fue el del elevado número de caballos que acompañan al ganado, no que los dirigen. Se autoriza a 470 caballistas y se reparten 40 brazaletes. Ernes Fernández, como uno de los participantes, explicó que la entidad ‘A Caballo’ reparte cinco de ellos, la asociación ‘Amigos del Caballo’ reparte 20, y los otros 15 le pertenecen al director de campo, Pedro Caminero. La impresión general de este año es que la afluencia de caballistas es tan alta que ha sido más perjudicial para la conducción del ganado que beneficiosa, puesto que son pocos, incluso dentro de los autorizados con brazalete, los que de verdad apoyan la labor del director de campo y ayudan a encauzar a los astados.
Los bueyes también recibieron críticas de casi todos los presentes. “Son cabestros que llevan a las espaldas todos los encierros del mundo y más”, se comentó en cuanto al mal comportamiento de estos. Según Antonio Salamanca, las reses no estaban encabestradas, querían huir de los bueyes y además su velocidad no era nada apta para los encierros de Cuéllar; “el único que podía pararlos era Pedro Caminero”, señaló. La imagen de bueyes tumbados en las calles o siendo conducidos por caballos hasta la propia plaza de Toros ilustró estas reflexiones.
El cambio de recorrido por el tramo campestre también se consideró como factor negativo en el buen desarrollo de los encierros. Al parecer, el claro de pinar por el que se pasaba estos años beneficiaba a las reses, ya que se tranquilizaban en este punto, descansaban y luego emprendían la marcha más ordenadamente. Este años, los astados han recorrido a gran velocidad 2,5 kilómetros hasta el descansadero, lo que se ha hecho notar en las calles provocando que “no haya habido encierros”, como se dijo.
Como conclusión a este ciclo de encierros “tan deficiente”, se propuso la elaboración de una serie de consideraciones a tener en cuenta y que se harán llegar al Ayuntamiento junto al acta del fallo del jurado. Entre ellas se recogerá la impetuosa necesidad de un protocolo o normativa de actuación en situaciones como las acontecidas este año para evitar el descontrol y la desinformación; además, una regulación o selección exhaustiva de los caballistas aptos para conducir al ganado y restricción de asistentes a caballo. Y como ya se ha demandado en otras ocasiones, que se celebren reuniones entre colectivos implicados y que se tengan en cuenta.
