En la ya larga historia del Open Castilla y León, el término “El milagro de El Espinar” se ha venido utilizando con una cierta frecuencia, desde el nacimiento del torneo en la Urbanización Río Moros, hasta el paso en tiempo récord al recinto donde actualmente se ubica, o incluso a su mantenimiento capeando la crisis que afectó a buena parte de los torneos challenger, pero que no pudo con el segoviano.
Supo aguantar el envite el torneo de El Espinar, reduciendo de donde pudo, aferrándose a su esencia, pero afortunadamente contando en todo momento con el apoyo institucional, con lo que se demostraba que el trabajo realizado durante 25 años había creado unos sólidos cimientos que habían impedido caer al torneo, como sí pasó con otros con un volumen económico superior al Open Castilla y León.
Con la llegada de Vivi Ruano a la dirección del torneo, éste fue poco a poco girando hacia más tenis, y algo menos de ruido alrededor. Las actividades paralelas continuaron, porque forman parte de la esencia del torneo, pero éste prescindió de una gran figura que aglutinara todo el protagonismo, dando paso a jugadores de menos nombre, pero de indudable calidad. Pero, sin duda, uno de los principales retos que asumió Vivi fue el de crear un torneo femenino a la par que el masculino, dotando al Open Castilla y León de una mayor dimensión a nivel tenístico.
Ahora bien, el torneo de El Espinar siempre se ha caracterizado por ir poco a poco consiguiendo sus objetivos. Hacer un torneo femenino pasaba en primer lugar por construir unos vestuarios permanentes, algo que se logró en la edición de 2013. Conseguido este objetivo, la segunda meta era la de ampliar el número de las pistas de juego, y la propia Vivi Ruano, en declaraciones a este diario, lo señalaba de la siguiente manera: “Yo siempre he dicho que (el torneo femenino) era uno de mis objetivos, y es cierto que aún no lo he visto cumplido; sé que es difícil, porque en primer lugar hay que construir más instalaciones, y eso cuesta dinero; pero cada año lo veo un poco más cerca”.
Las gestiones se intensificaron, y en el mes de febrero, una reunión del alcalde de El Espinar, Francisco Jorge, Mónica Muñoz, directora administrativa y financiera del torneo, y la propia Vivi Ruano con el director general de Deportes de la Junta, Alfonso Lahuerta, supuso un paso casi definitivo para conseguir ese objetivo.
Y, finalmente, será para la edición de 2015, la trigésima en la vida del Open Castilla y León, cuando el challenger podrá presumir de contar con una competición para la categoría femenina, para lo que se construirán dos pistas más, previsiblemente en la zona que en ediciones anteriores se destinaba para aparcamiento, haciendo más grande el village del torneo. El apoyo institucional, con Diputación y Junta echando una buena mano, y el Ayuntamiento de El Espinar siendo consciente de su responsabilidad como dueño del cincuenta por ciento del torneo, han hecho posible otro “milagro de El Espinar”, como es que, con la crisis aún dando sus últimos coletazos, el Open Castilla y León comience de nuevo a crecer.
