El tiroteo en Arizona fue preparado y ejecutado aparentemente por un joven en solitario, aunque muchos apuntan como caldo de cultivo el lenguaje inflamatorio de algunas facciones políticas, como el del ultraconservador Tea Party.
El columnista y escritor Joe Klein, autor del libro Primary Colors, fue uno de los que ayer criticó el lenguaje combativo que han lanzado personalidades como el comentarista político Gleen Beck, uno de los defensores del movimiento que lidera la ex gobernadora de Alaska, Sarah Palin.
«Glenn Beck trafica con las teorías conspirativas más locas y ridículas. Cuando te encuentras con figuras promoviendo puntos de vista como éste, eso hace que la temperatura se eleve», dijo en una entrevista con la CNN.
Otros expertos culpan al Tea Party de haber introducido en el debate político términos violentos o militares. Palin, ex candidata republicana a la vicepresidencia de EEUU, hizo famoso su lema No te retires, vuelve a la carga, para movilizar al votante conservador en las últimas elecciones legislativas.
Palin precisamente había puesto a la congresista Gabrielle Giffords, gravemente herida en el atentado, en su «punto de mira» durante las últimas elecciones, en un mapa en el que se veían varios «objetivos» a batir.
El oponente republicano de Giffords, basó su campaña en un lema tan peculiar como Ayuda a quitar a Gabrielle Giffords de su puesto e invita a sus seguidores a disparar un rifle automático M16 con Jesse Kelly.
La propia congresista, cuyas oficinas fueron atacadas el día que la Cámara de Representantes aprobó la reforma sanitaria, había denunciado públicamente esta violencia verbal contra su figura, en unas imágenes que ahora han sido emitidas de nuevo por las televisiones.
El domingo, cuando unos periodistas preguntaron a su padre a la entrada del hospital si la congresista tenía enemigos, no dudó en contestar. «Sí, todo el Tea Party».
En este entorno combativo, hay quien defiende que, aunque el lenguaje político es pura retórica, hay mentes desequilibradas que pueden verse invitados a usar la violencia.
Una de las voces más claras ha sido la del sheriff del condado de Pima, en Arizona, Clarance Dupnik, quien al calor de las investigaciones no dudó ayer en afirmar que el debate inflamatorio de los últimos meses podría haber servido de germen para el ataque del sábado.
«Cuando se calienta la retórica sobre el odio, sobre la desconfianza hacia el Gobierno, eso inflama la opinión publica durante las 24 horas al día, durante siete días a la semana. Esto impacta en la gente, especialmente en los más desequilibrados», señaló.
Pero el Tea Party no ha tardado en salir a defenderse. Uno de sus simpatizantes, el comentarista Steve Malzberg, negó que el uso de términos bélicos sea patrimonio exclusivo de los conservadores.
«Todo el mundo utiliza este vocabulario», sostuvo en una entrevista televisiva. «No es un lenguaje violento, lo hemos utilizado durante años. ¿Acaso el presidente Obama no lo hace?», se preguntó.
Por otro lado, la congresista Gabrielle Giffords, que recibió un disparo en la cabeza el sábado el atentado durante un acto político en Tucson, continúa en estado «crítico», según el último parte médico difundido ayer por la noche, aunque los médicos siguen siendo «prudentemente optimistas» sobre su situación. El presidente de EEUU, Barack Obama, declaró que «aún está luchando» por su vida.
