“El Acueducto es un enfermo crónico y está en muy grave”. Así de contundente es Fernando Pedrazuela, ingeniero de Minas y técnico de la Junta, al definir el estado actual del monumento bimilenario. Sus estudios, recogidos en una tesis de reciente publicación, ponen de relieve datos tan preocupantes como el hecho de que el Acueducto ha perdido cinco centímetros de grosor desde su construcción —posiblemente la mayoría de esta pérdida, desde los años 50 del siglo pasado, advirtió—y que el estado de desagregación de la piedra está muy avanzado.
“Hay agresiones continuas”, dijo, que contribuyen al deterioro de los arcos, como el tráfico a su alrededor o la celebración de conciertos a sus pies, ya que la energía de vibración potencia la desagregación del granito. “Cuando la gente baila en el Azoguejo, el Acueducto baila más”, apuntó.
Por ello, señaló, es necesario realizar “un diagnóstico urgente que implique actuaciones”. Idea que también remarca la presidenta del Colegio Oficial de Arquitectos de Segovia, Susana Moreno, para quien sería fundamental llevar a cabo ciertas medidas en el entorno del Acueducto, para desacelerar el deterioro del mismo.
