Hoy viernes, 24 de febrero, se inaugurará en las Salas del Palacio del Torreón de Lozoya la exposición ‘Picasso. Suite 156. Colección Bancaja’, fruto de la colaboración entre la Obra Social y Cultural de Caja Segovia y la Fundación Bancaja, dos de las entidades creadoras de Bankia. Se trata de un conjunto integrado por 156 planchas que el artista malagueño grabó entre enero de 1970 y marzo de 1972, y que podrá verse hasta el 31 de mayo.
La ‘Suite 156’, correspondiente a la última serie de estampas que realizó Pablo Picasso, se grabó entre enero de 1970 y marzo de 1972; su creador moriría el 8 de abril de 1973, un año después de haber concluido esta Suite, por entonces en proceso de edición. Tal circunstancia determinó que Picasso no pudiera firmar a mano las láminas seriadas, quedando autentificadas con un sello o cachet “Picasso”, lo que las atestigua como obra póstuma.
La secuencia generadora de la ‘Suite 156’ se estructuró en tres momentos. A partir de enero y hasta el 25 de mayo de 1970 grabó Picasso más de 50 planchas de cobre. Una segunda etapa arrancó el 25 de febrero del año siguiente y se prolongó hasta el 16 de junio, con casi 100 planchas. Finalmente, en marzo de 1972, cuando había sobrepasado ya los 90 años, realizó tres cobres más (dos de ellos para la ‘Suite 156’) que tienen un cierto aire de colofón.
La ‘Suite 156’ transmite plenamente la intensidad del universo picassiano en sus últimos años. Se mezclan en él las fantasías sexuales con su personal memoria de la Historia del Arte, su visión del mundo, sus obsesiones… Estos cobres de Picasso transmiten y radiografían la intensidad con la que el artista trabajó toda su vida, sin que el ocaso de su existencia supusiera debilidad o decadencia.
Como en Rembrandt, Goya o Beckmann, las obras expresan con enérgica rebeldía la agonía de su propia existencia, al tiempo que repasa y reinterpreta hitos de su vida artística y personal, valores inseparables en Picasso.
Aquí están sus deseos eróticos, volcados en tantas imágenes que hacen referencia a temas como “El pintor y la modelo”, las odaliscas, las escenas de burdel o las bañistas. Aquí también sus encuentros con Rembrandt, Rafael, Ingres o Delacroix. Por supuesto no faltan sus alter-ego, como la figura del mosquetero o los personajes de la Comedia del Arte. Y hay, igualmente, un reencuentro con sus propias imágenes, procedentes de la época de las “Señoritas de Avignon”, sin olvidar temas tan picassianos como la celestina, el circo, el caballo o tantos contenidos ya desarrollados en la ‘Suite Vollard’.
