El Real Madrid se despidió ayer de la Liga tras tropezar ante el Sporting en el Santiago Bernabéu, un fortín hasta ahora para cada uno de sus visitantes, en vísperas de la semana grande, a la espera del Tottenham, lastrado por numerosas bajas y sometido por el orden y la ambición de un rival encendido.
Esta campaña nadie había logrado sumar en el recinto blanco. Un lugar prohibido para los forasteros, una garantía de éxito para los blancos. El portugués José Mourinho, que llevaba nueve años sin perder como entrenador local en las respectivas ligas que ha disputado, lo profetizó en la víspera. Dijo que una derrota ante el Sporting sería el adiós a la Liga. Y así ocurrió. El triunfo asturiano fue sonoro. Lastrado por las bajas, el conjunto local no encontró el tono adecuado en el reencuentro con la competición después del paréntesis exigido por los compromisos de las selecciones.
Sin su columna vertebral, Pepe, reservado por Mourinho, Xabi Alonso, sancionado, y Cristiano Ronaldo, lesionado, el Real Madrid juega condicionado. Más aún cuando a estas ausencias se unen las de futbolistas en forma, puntales en los últimos tiempos, como el brasileño Marcelo o el francés Benzema. Todos ellos de paisano en este choque, al igual que Kaká.
Granero dispuso de otra oportunidad. No salió airoso de la prueba. Dada la situación, el aparente trámite se convirtió en un papelón para el Real Madrid.
El Sporting, mientras tanto, se animó minuto a minuto al comprobar las dificultades de su rival. Preciado leyó pronto el partido y estimuló a sus jugadores a tirar de atrevimiento.
De hecho, las llegadas más peligrosas fueron visitantes, aunque faltó algo convencimiento al bloque asturiano, que a los cinco minutos sufrió un contratiempo con la lesión de Canella.
El Bernabéu se ilusionó en cuanto Higuaín se despojó del chándal al inicio de la segunda mitad. Salió por Granero. Mourinho optó por quitar al teórico conductor en lugar de a uno de los dos volantes de contención que puso sobre el terreno de juego: el alemán Khedira o el francés Lass Diarra.
Tardó un minuto el atacante argentino en tener su primera ocasión. Tras una acción de Di María, disparó desde la derecha. Juan Pablo desvió a córner.
José Mourinho quemó sus cartuchos a veinte minutos del final. Tiró del banquillo para sacar a Pepe y Sergio Canales. Adelantó a Sergio Ramos, en funciones de extremo. Y dejó tres únicos zagueros.
Pero el cuadro visitante tenía aprendida la lección. Con las líneas juntas, salió del apuro. El drama blanco llegó a 12 minutos del final. En la acción más elaborada del partido, De las Cuevas batió a Casillas. El Sporting incendió el partido y sacó la cara impotente de su rival, en la peor versión como local de la temporada.
