El pasado 17 de abril un grupo de cuatro alpinistas, entre los que se encontraba Angel García Sastre, de Palazuelos de Eresma y perteneciente al grupo de montaña Diego de Ordás, junto a los asturianos Miguel Ángel Adrados, Antonio Ros y José Luis Villa, emprendian una nueva empresa con el objetivo de realizar la Alta Ruta del Oberland Bernés (Suiza).
La expedición combinaba el esquí de montaña con el alpinismo a lo largo de seis días, y con la intención de escalar los picos más emblemáticos a su paso: Äbeni Flue (3.962 metros), Leuwihörn (3.800) y Fiescherhörn 4.025).
Los montañeros llegaron a su destino en coche, ya que su vuelo se canceló por culpa de la nube de ceniza del volcán islandés. La primera etapa les llevó desde Blaten (1.500 metros) hasta el refugio Hollandia (3.240), partiendo de madrugada y haciendo la ruta por la parte más dura, superando espesores de nieve de hasta unos 20 centímetros.
Tras dejar atrás el último reducto de población, el pueblo de verano Flaferalp, se adentraron en el glaciar Langgletscher por su derecha, para ir buscando la forma más segura de progresar, evitando las grietas. Después de ocho horas llegaron al refugio Hollandia, donde pasaron la noche.
A la mañana siguiente, a las 6:00, comenzaron el descenso al fondo del glaciar Grosser Aletschfirn, para luego subir por la parte derecha del glaciar Kranbergfirn en dirección a la cumbre del Leuwihörn (3.800 metros). Allí empeoró el tiempo, y el viento soplaba con muchísima fuerza. Así, los alpinistas descendieron por su cara norte pegado a la Junfrau con una pendiente continuada de unos 40º y una nieve de buena calidad.
Una vez en el fondo del valle entraron en el glaciar para dejarse caer hasta Konkordiaplatx (lugar donde confluyen los 3 glaciares). Dos horas de ascensión después realizaron el descenso prácticamente sin visibilidad por culpa de la nieve que caía. Ya abajo, llegaron a la zona de glaciares con las grietas más profundas de Europa (de hasta 800 metros)y llegaron a la base de la pared donde se encontraba su refugio, volvemos a poner las pieles en los esquíes para ascender una corta pero muy pendiente pala de hielo hasta la base de la escalera de trames metálico para acceder al refugio, aquí pasaremos la noche.
De nuevo a las 6:00 de la mañana el día empezaba a amanecer despejado, pero con muchísimo viento, que se encargó de barrer toda la nieve caída y dejar paso al hielo vivo. En el descenso del refugio alguno de los montañeros decidió bajar con crampones, debido a la concentración de hielo vivo. De esta manera iniciaron el ascenso por el glaciar Walliser por una larga y suave rampa, hasta llegar a la base de los seracs del Fiescherhörnm donde tuvieron que poner las cuchillas para poder ascender, tras tres horas, junto con dos catalanes. El descenso fue rápido de vuelta al refugio, para volver a pasar otra noche.
El cuarto día de expedición comenzó a las 6:30 de la mañana. El grupo empezó descendiendo el Glaciar Walliser para, durante unas tres horas, ascender hasta el Collado de Münster, de 3.850 metros. Durante toda la ascensión no se cruzaron con ningún alpinista ni hallaron indicios de huellas.
El sol lucía con fuerza y ablandó algo la nieve en los primeros metros de descenso, que comenzó a las 10:30 horas. Durante dos horas bajaron sorteando las grietas del glaciar y, a medida que perdían altura, la nieve mejoraba para disfrutar aún más del tremendo descenso hasta que llegaron al final de la misma, a una altura de 1.600 metros. Con los esquíes ye en la mochila y con un calor insoportable, descendieron a pie hasta la estación del tren de Reckingen.
Tras coger un tren, el grupo de montañeros llegaron a Blatten donde recogieron el coche para, ese mismo día llegar a Argentiere (Francia) y descansar. Al día siguiente, y tras 15 horas de viaje, llegaron a Oviedo y, el domingo, hasta Segovia para finalizar con éxito esta aventura.