Los Reyes cumplieron ayer la tradición en este Año Santo y abrazaron al Apóstol Santiago en la Catedral compostelana una vez concluida la celebración en la que el monarca realizó la Ofrenda Nacional. Los monarcas accedieron a la Catedral pasadas las 10,30 horas, tras ser saludados en la Plaza del Obradoiro por el arzobispo de Santiago, Julián Barrio. Mientras la comitiva subía por las escaleras, en las que el monarca tuvo un pequeño traspiés, pero sin mayores consecuencias, el coro cantó el Dum Pater Familias.
Al entrar la procesión por el Pórtico de la Gloria, se pudieron oír las Chirimías, tras lo que sonó el órgano, mientras la procesión en la que iban los Reyes avanzaba por la nave central del templo, para dar comienzo la celebración, presidida por el arzobispo de la ciudad, que estuvo arropado, entre otros, por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela. Al inicio de la misa, Barrio hizo mención a la próxima visita del Papa a Compostela, que era un hervidero de peregrinos, el 6 de noviembre. «Nos visitará como un peregrino más», resaltó.
El monarca comenzó la ofrenda pidiendo al Apóstol «para España y para los españoles», además de para su familia y sí mismo, «el beneficio de su amparo e intercesión». «Me uno así de corazón a los miles de peregrinos procedentes de todos los rincones de España, del resto de Europa y del mundo entero que buscan paz, fraternidad y fortaleza de ánimo al abrazarte en Compostela», expuso.
«Vivimos tiempos difíciles y complejos», continuó, al tiempo que resaltó que «el afán de superación, la voluntad de concordia y el compromiso de solidaridad que inspiran el Camino son algunos de los referentes de carácter individual y colectivo» a los que, subrayó, no se puede ni quiere «renunciar». «Valores hoy más que nunca imprescindibles, especialmente ahora, para movilizar los espíritus, nutrir las mejores esperanzas y poder afrontar unidos los problemas que nos aquejan», manifestó el Rey, que confió en que su amigo «ilumine» a los políticos.
Asimismo, el jefe del Estado apeló a la unidad de los españoles y pidió al santo que «fomente lo que une y hace más fuertes» a los ciudadanos. «Te pido que promuevas todo aquello que nos une y nos hace más fuertes, que ensancha el afecto entre nuestros ciudadanos, que asegura la solidaridad entre nuestras comunidades autónomas y que hace de España la gran familia unida, al tiempo que diversa y plural», resaltó.
Los gritos de ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Reina! o ¡Sofía, guapa! acompañaron tanto la entrada como la salida de Sus Majestades en el recinto religioso. «Sofía está guapísima, pero a él se le ve un poco desmejorado», comentó una pareja de madrileños mientras esperaban a que finalizase el acto litúrgico para volver a ver a Sus Majestades. De hecho, la Reina agarró del brazo a su esposo para ayudarle a ascender las escaleras de la Catedral, mientras ambos saludaban al público expectante.
Tras las fotografías y los vivas a los Reyes, fue la salida del ex presidente de la Xunta Manuel Fraga la que causó un mayor impacto entre los presentes. ¡Viva Fraga! ¡Fraga, amigo, España está contigo!, fueron algunas de las proclamas que escuchó el veterano político de Vilalba, quien bajó las escaleras con ayuda y, posteriormente, entre aplausos, se desplazó en silla de ruedas hasta Raxoi, saludando y visiblemente emocionado.
«¿QUé HACEMOS AQUI?»
Los gritos de ¡Viva España! también abundaron en la Praza do Obradoiro, tanto que un grupo de personas que se dirigía a la manifestación convocada por el BNG con motivo del Día de Galicia, indignadas por las dificultades para atravesar la zona, se miraban interrogantes. «¿Qué hacemos aquí?», se preguntaron, antes de hablar con un agente y demandarle que habilitase un espacio para poder cruzar la plaza.
Poco después de esta escena, al lado del Hostal, mientras las autoridades se dirigían a Raxoi, se repitieron los gritos de ¡Vivan los Reyes! y ¡Viva España!, aunque no faltaron comentarios jocosos. «¡Viva España! Y ahora me apedrean, ya verás», bromeó una señora, que, a continuación, se mostró muy crítica con la escasa representación del Gobierno central en los actos del 25 de julio. «¡Menos mal que está Pepiño!», exclamó.
