El corredor británico Mark Cavendish, del Etixx-Quick Step, se adjudicó ayer al sprint la séptima etapa del Tour de Francia, disputada entre Livarot y Fougeres sobre 190,5 kilómetros, por delante del alemán Andre Greipel (Lotto-Soudal) y el eslovaco Peter Sagan (Tikoff-Saxo).
Mark Cavendish celebró con ímpetu su primer triunfo en esta edición y el vigésimo sexto en su currículo en el Tour, donde no ganaba desde 2013 tras remontar en los metros finales al jersey verde, Greipel, y al ‘poulidor’ de las llegadas masivas, Peter Sagan, con el que llegó a tocarse.
En la última jornada llana antes de que asomen los puertos de los Pirineos, el británico Chris Froome (Sky) recuperó el ‘maillot’ amarillo por el abandono del alemán Tony Martin, que no tomó la salida por una fractura de clavícula producida en la víspera y de la que ya fue operado con éxito.
El protagonismo de la jornada se lo llevó un quinteto, el croata Kristjian Durasek (Lampre-Merida), el español Luis Angel Maté (Cofidis), los franceses Anthony Delaplace, Brice Feillu (Bretagne-Séché Environnement) y el eritreo Daniel Teklehaimanot (MTN), primer africano que se enfundó el jersey de lunares de la montaña.
‘Los cinco’ se marcharon en el kilómetro 1,5, ascendieron la única cota en el libro de ruta, la de Canapville —1,9 kilómetros con una pendiente del 4,7 por ciento— y quedaron a la vista de un pelotón que decidió cuándo iba a neutralizar su osadía antes de preparar la ‘volatta’ para los devoradores del sprint.
Las anécdotas del día fueron la caída de Contador junto a Gesink en el paseo que enlazaba la salida neutralizada y salida real, aunque sin consecuencias para el español, y el positivo por cocaína del italiano Luca Paolini, del Katusha, en el control antidopaje tras la carrera, por el que su equipo aseguró que el ciclista “se va a volver a casa”.
