Apenas queda un día para la apertura de la exposición y el escultor Gregorio Herrero (Carbonero el Mayor, 1955) se encuentra en el patio de la Casa de los Picos, el edificio donde también imparte clases. El profesor cuelga sus obras y lo hace sin estrés ni nerviosismo, con ese mismo temperamento sobrio y afable que desprende en el trato cercano. Herrero está montando la exposición con meticulosidad y exigencia propia, la misma que ha impregnado todo su trabajo, desde aquellas primeras obras que vieron la luz a finales de los años 70.
No en vano, la exposición ‘El relieve en la escultura’, que puede verse en la Casa de los Picos hasta el próximo 10 de abril, supone casi una retrospectiva de la obra de Herrero en lo relativo a esta ancestral técnica escultórica. Con independencia de una decena de esculturas de bulto redondo, la muestra pone de relieve el relieve, al presentar hasta 42 obras realizadas con esta técnica escultórica, que es ‘compleja’, aclara el artista.
En el razonamiento, Herrero, que desde 1985 es profesor de la Escuela de Arte y Superior de Diseño —antes de Oficios— de la Casa de los Picos, en el relieve “juegas con muy poco volumen’; una dificultad a las que se añaden las limitaciones técnicas que impone la disminución de la tercera dimensión.
Las dificultades están, explica el artista, en conseguir que el espectador capte profundidad en la escena representada en el relieve. La mayor complejidad es el escorzo, precisa el escultor, entendida como esa representación de una figura situada oblicua o perpendicularmente al plano del papel o lienzo sobre el que se trabaja, que se logra acortando sus líneas de acuerdo con las reglas de la perspectiva. Como buen docente, Herrero muestra un relieve suyo de temática taurina, donde el artista ha logrado mostrar, en un segundo plano, los cuartos traseros del astado para reflejar, perfectamente, el movimiento del animal.
“El relieve me apasiona”, confiesa el escultor, que atribuye ese enamoramiento a su etapa como pensionado en la Academia española de Bellas Artes en Roma, durante 1982 y 1983. “Es posible que mi pasión por esta técnica venga de allí, entrabas en una iglesia del siglo XVI y veías esos relieves que eran prácticamente dibujos, me encantó porque era complicadísimo de hacer”, afirma Herrero.
Y es que la dificultad supone un imán para el artista, de producción “un poco lenta”, admite, porque le gusta realizar todo el proceso de elaboración del relieve o escultura. “Muchos escultores modelan la escultura y luego se lo dan a otros especialistas para que lo pasen a material definitivo, pero a mi me gusta intervenir en todo el proceso, porque en cada fase puedes intervenir sobre la pieza”, afirma.
¿Cuál es el modo de trabajar del artista?. Primero, la idea, después los dibujos, y éstos al tablero, donde comienza la tarea del modelado. Herrero suele trabajar el relieve en plastilina, y en menor medida en arcilla. Ese primer modelado se pasa después a escayola —un material que le permite intervenir en cualquier momento— para, a continuación, trasladarlo al material definitivo que, en el caso de Herrero, suele ser la resina poliéster. El artista utiliza lo que se denomina como ‘fundición en frío’ que consiste en que el material de poliéster se aglutina con limadura de bronce. El artista añade otro ingrediente, el polvo de mármol, dado que este material, según confiesa, le permite lograr la pátina característica del bronce. Ciertamente, los relieves en resina de poliéster que suele realizar Herrero tienen todo el aspecto de ser de bronce. “Muchas veces tienes que tocarlo para notar la sensación de frialdaz que tiene el metal o de calidez que ofrece la resina”, sostiene el escultor quien, en esta idea, ha reservado varios obras de su exposición para que el espectador pueda comprobar ‘táctilmente’ su trabajo y pueda contrastar la calidad, temperatura y sensación de los diferentes materiales.
En este sentido, con el apoyo de la delegación de la ONCE en Segovia, Herrero ha instalado dos obras para que las personas invidentes puedan apreciar tanto la forma como el material de las piezas. Las dos piezas, acompañadas de textos en braille, son una escultura de bulto redondo en bronce que representa a una niña y un relieve de gran formato.
En cuanto a la temática de los relieves, Herrero muestra figuras humanas, con protagonismo de mujeres semidesnudas, paisajes urbanos, de Segovia y Roma, entre otros, y retratos, en su inmensa mayoría de tres cuartos o de frente, que, en la línea de filosofía del artista, ofrecen más complejidad que el del mero perfil, del que Herrero “solo he hecho uno”. También muestra obras inacabadas, como “apuntes’ de relieves, los estudios para el monumento a Manuel Sanz Gil, que fuera presidente de Asaja, en Cabezuela, o los relieves que sirvieron para realizar la medalla conmemorativa del aniversario de la Casa de los Picos, un trabajo del que Herrero se siente muy orgulloso.
Con motivo del 25 aniversario de la Escuela de Artes, el artista realizó esta medalla, que mostraba en el anverso la fachada de la Casa de los Picos y en su reverso, una composición de las especialidades que se impartían en ese momento en el centro: textiles, cerámica (ya desaparecida), diseño gráfico y murales. Y es que una de las facetas más destacadas del artista ha sido la realización, desde 1980 hasta la actualidad, de medallas conmemorativas para instituciones públicas segovianas y de ámbito nacional.
Al detenerse en los relieves que realizó para la Escuela, a Herrero se le escapa un lamento. “Lamento mucho que se quieran eliminar los talleres, estas escuelas son los únicos lugares donde aprender estas técnicas”, afirma el escultor, que reivindica, al mismo tiempo, la vigencia del relieve y la escultura; admitiendo que, entre las nuevas generaciones de creadores, quizá esta expresión artística haya sido relegada por la pintura.
“La escultura es mucho trabajo, tiene la parte agradable, la del modelado, pero luego la ejecución es muy ingrata, te tienes que poner el mono y te pones de polvo hasta las orejas”, afirma el escultor, quien admite, al mismo tiempo, que “el trabajo que requiere una escultura quizá no compense con la recompensa que el artista pueda obtener por la venta de la obra”.
