El Real Madrid alargó su mala racha de resultados tras cosechar un empate (1-1) en El Madrigal frente a un remozado Villarreal, que le puso las cosas muy complicadas a un inoperante Real Madrid, que vio cómo Senna firmó un gol calcado al anotado por Cazorla el pasado domingo, y que deja a los blancos a seis puntos del Barça.
En El Madrigal, ambos equipos se cambiaron los papeles. Los castellonenses se olvidaron del esférico pero salieron con peligro aprovechando la velocidad de Nilmar, mientras que los visitantes dominaron y controlaron el juego pero solo crearon ocasiones por medio del juego aéreo.
Precisamente, con sendas faltas laterales botadas por Xabi Alonso y Özil fue cuando más cerca estuvieron los de José Mourinho de perforar la red rival, por medio de cabezazos de Pepe y Sergio Ramos. Si bien, la oportunidad más clara fue la del luso, que tras picar la pelota con la testa y superar a Diego López, vio cómo Zapata sacó el balón sobre la línea de gol.
Mientras, los hombres de Lotina hicieron añicos los resortes de la retaguardia blanca, con Cani lanzando a Nilmar, que en una de sus intentonas, se plantó solo ante Casillas pero no supo cómo batirle. No obstante, fue Marcos Senna con uno de sus característicos zapatazos desde fuera del área, el que más cerca estuvo de batir al mostoleño.
A la media hora de partido, el técnico madridista dio entrada a Callejón, en detrimento de Lass, cargado con una cartulina amarilla desde el principio. En el descanso, el de Motril, que pasó inadvertido, le dejó su sitio a Altintop en una segunda mitad que arrancó con las tablas iniciales.
Las variantes tácticas introducidas por José Mourinho primero y por la mala fortuna después, no introdujeron cambio alguno en el guión del partido, con un Real Madrid cómodo en el trato del balón y espeso en ataque. La única noticia positiva para los ‘merengues’ fue la baja intensidad con que los locales afrontaron la segunda parte.
Pero, cuando peor estaba jugando el equipo del Santiago Bernabéu, apareció lo que le distingue del resto de conjuntos y que tan importante es en el fútbol, la calidad y la pegada. La calidad la derrocharon Marcelo, Cristiano y Özil en una combinación cuyo último eslabón fue un taconazo del alemán que dejó solo al portugués para que éste driblase a Diego López y sirviese un pase al interior de las mallas, en lo que supuso su gol número 100 en Liga con la zamarra blanca.
Tras un nuevo córner botado por los de Mourinho que concluyó con un zaguero local sacando el balón sobre la línea de cal, el Madrid encajó un gol con tintes a ‘déjà vu’. Si el anterior partido fue Cazorla, un ex del Villarreal el que batió de falta directa a Casillas en los últimos segundos de partido, esta vez fue Marcos Senna el que hizo lo propio a falta de 10 minutos para la conclusión.
En un final turbulento, el conjunto de Chamartín calentó el partido desde el banquillo, de donde salieron expulsados el célebremente reincidente Rui Faria y José Mourinho. El calentón se trasladó de la banda al terreno de juego, de donde también se marcharon tras ver la tarjeta roja Sergio Ramos, por segunda amarilla por una falta alevosa, y el alemán Mesut Özil por protestar.
Con el empate (1-1), con nueve jugadores sobre el terreno de juego, y con solo seis de ventaja sobre el Barcelona concluyó el encuentro. La renta de seis puntos sería positiva en otras circunstancias, si los blancos no hubiesen dilapidado cuatro puntos en las dos últimas jornadas, y lo que es peor, si no ofrecieran sensación de vulnerabilidad.
