Los observadores de la ONU llegaron ayer a Tremseh, dos días después de la mayor matanza que se recuerda desde que comenzó el conflicto en Siria hace ya 16 meses. En el distrito de Hama, los activistas cifraron en 250 personas los fallecidos, la mayoría civiles. La expedición está llevando a cabo una especie de viaje de reconocimiento en la provincia. En Internet pueden verse imágenes y vídeos en los que vehículos de Naciones Unidas están rodeados de ciudadanos que les muestran ropas cubiertas de sangre y restos de proyectiles. «Son armas rusas», grita uno de los hombres que aparece en la grabación.
Los activistas informaron de una «relativa calma» en Tremseh y sus alrededores, mientras que el pueblo, que ha aprendido a sufrir y a tener un miedo aterrador a ser bombardeados a diario y rematados por las milicias sanguinarias shabiha, sigue mostrando su resistencia a sobrevivir con pancartas y voces contra las tropas y la mano dura del presidente Bashar al Asad. La mayoría de los hombres jóvenes de esta localidad, reducida a poco más de 400 ciudadanos tras la última atrocidad, se ha enrolado en las filas rebeldes, mientras las pocas mujeres que quedan cosen banderas, insignias o uniformes para los combatientes.
Hablar de muertes en el país y en la zona, prácticamente tomada por el Ejército Libre de Al Asad, es casi algo cotidiano. Ayer, dos explosiones dejaron sin vida al menos a 19 personas en los distritos de Al Karame y Mahradeh.
Dado que la Misión de Supervisión de Naciones Unidas en Siria (Unsmis) desplegó el pasado abril para supervisar el alto el fuego y ha visto que éste no se ha respetado, el Consejo de Seguridad de la ONU deberá decidir el futuro de la operación antes del viernes, cuando finaliza su mandato de 90 días.
La masacre de Tremseh desató la indignación en todo el mundo y avivó el debate sobre una posible intervención de la comunidad internacional. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, advirtió que si los aliados no actúan, entonces sería como una «licencia para (que se perpetren) más masacres». Del mismo modo se posicionaron otros países como EEUU y el Reino Unido, aunque Francia se mostró más partidaria de encontrar una solución política que evite una guerra civil, aunque pidió a Rusia que deje de obstaculizar los intentos de paz de la ONU.
Por otra parte, la inteligencia británica sostiene que el régimen de Al Assad podría haber trasladado armas químicas a la región de Homs, en el oeste, para reprimir la resistencia rebelde, respaldando así la teoría desvelada 24 horas antes por Washington.
