Por primera vez en la Historia de la Iglesia Católica se instala en el trono de San Pedro un Pontífice latinoamericano y de la Compañía de Jesús: el argentino Jorge Bergoglio, que hace el Papa número 266. Un hombre tímido, esquivo y austero.
El arzobispo de Buenos Aires, de 76 años, fue elegido ayer Vicario de Cristo y llevará el nombre de Francisco. De hecho, en el anterior Cónclave, el que tuvo lugar en 2005, el jesuita de baja exposición había sido el rival más fuerte de Joseph Ratzinger.
Por dicha razón, el argentino llegó a esta asamblea más bien como un candidato marginal. No en vano, el arzobispo de Buenos Aires y primado del país latinoamericano se presentó, fundamentalmente, con un estilo discreto ante la opinión pública.
Así, por ejemplo, se pudo ver al cardenal en varias ocasiones por el camino subterráneo que conduce a la catedral de la Plaza de Mayo, en el centro de la ciudad de Buenos Aires. También en Roma, el purpurado se paseó, por lo general, envuelto en un sobretodo oscuro y sin el birrete de mitrado.
Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 como hijo de inmigrantes italianos. Su padre fue empleado de ferrocarriles en la capital argentina y su madre, ama de casa. Allí fue a una escuela técnica, donde se tituló como experto químico.
Con 21 años, ingresó en el seminario. A esa misma edad, debido a una grave pulmonía, perdió parte del pulmón derecho. Pero su estilo de vida austero le permitió lidiar con esto sin mayores inconvenientes. El 11 de marzo de 1958 se unió al noviciado de la Compañía de Jesús y posteriormente estudió humanidades en Chile.
De 1967 a 1970, estudió en la Facultad de Teología en San Miguel (Argentina), donde se graduó. En 1969 fue ordenado sacerdote, año en el que se desplazó a España para cumplir su tercer «probandato» -período que sirve para preparar intelectualmente a los jóvenes sacerdotes- en la Universidad Alcalá de Henares de Madrid.
Entre 1973 y 1979 fue superior provincial de la Compañía de Jesús. En esos difíciles años del país sudamericano, durante los cuales gobernó una dictadura militar, Bergoglio condujo con autoridad su orden hacia actividades estrictamente religiosas.
En la década de los 80, continuó con su labor docente y viajó a Alemania para completar su tesis doctoral. Después, en 1986, se trasladó a la iglesia de la Compañía en la ciudad de Córdoba para ejercer como director espiritual y confesor.
El 20 de mayo de 1992, Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires. El 27 de junio del mismo año recibió de la catedral de la capital argentina la ordenación episcopal del cardenal Antonio Quarracino, el Nuncio Apostólico, Monseñor Ubaldo Calabresi y el obispo de Mercedes-Luján, monseñor Emilio Ogñénovich.
El 3 de junio de 1997 fue nombrado Arzobispo Coadjutor de Buenos Aires y, a la muerte del cardenal Quarracino, el 28 de febrero de 1998 fue nombrado arzobispo de la capital. Desde noviembre 2005 hasta 2011 fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. En su día, la Asociación Madres de Plaza de Mayo acusó a Bergoglio de tener vínculos con la última dictadura militar.
Es miembro de las congregaciones para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, para el Clero, para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, del Pontificio Consejo para la Familia, y de la Comisión para América Latina.
También es autor de los libros Meditaciones para religiosos, realizado en 1982; Reflexiones sobre la vida apostólica; publicado en 1986; y Reflexiones de esperanza, de 1992, según señala el Vaticano.
El único jesuita en el Cónclave asumió en 1998 la arquidiócesis de Buenos Aires y durante el consistorio del 21 de febrero de 2001, el Papa Juan Pablo II lo nombró cardenal.
Ya tras la muerte del Pontífice viajero estuvo entre los candidatos a sucederlo. Fuentes periodísticas indicaron que obtuvo 40 de los 77 votos necesarios para ser elegido Papa y quedó en segundo lugar, detrás de Ratzinger. Pero Bergoglio habría retirado su candidatura para evitar una cierta confrontación.
Como buen argentino, Bergoglio tampoco está alejado de la pasión por el fútbol y hasta supo bailar el tango en su juventud. El club de sus amores es el San Lorenzo de Almagro, de la primera división.
Respecto a sus gustos literarios, sus escritores preferidos se encuentran su compatriota Jorge Luis Borges, así como el alemán Friedrich Hölderlin y el ruso Fedor Dostoievski.
En materia de cine privilegia las películas del neorrealismo italiano, cuyo telón de fondo podrá observar ahora de forma considerablemente cerca.
En los últimos años, chocó varias veces con los Gobiernos de Néstor y Cristina Kircher, con sus críticas por la corrupción y la pobreza, así como con su campaña frontal contra la legalización del matrimonio homosexual.
El arzobispo de Buenos Aires alentó en sus textos y en sus homilías a llevar a cabo «un cambio» en la sociedad que afronte las «realidades destructoras», al advertir que los argentinos se están «acostumbrando» a convivir con los efectos «demoníacos del imperio del dinero», como «la droga, la corrupción o la trata de personas», entre otros muchos males que asolan no solo a la sociedad americana, sino a la de todo el mundo.
Según algunos medios internacionales, como la BBC, el nombre elegido -Francisco- es homenaje a Francisco de Asis, conocido como el santo de los pobres por llevar una vida religiosa austera y simple, por lo que animaba a sus seguidores a seguir sus pasos.
Mientras, el diario argentino La Nación destaca que tiene una personalidad sobria y rigurosa, como refleja el hecho de que suela viajar en metro. También indican que es enemigo de «las apariciones estridentes» y que tiende a rehuir la exposición a los medios de comunicación. Este mismo rotativo detalla que, al poco tiempo de ser ordenado sacerdote, padeció problemas respiratorios y, tras una operación, sufrió la pérdida de un pulmón. Sin embargo, precisa, que el nuevo Santo Padre goza de muy buena salud gracias a su estilo de vida.
También apunta que, en sus homilías, ensalza el sentido de la patria y las instituciones.
Por otra parte, uno de los obispos auxiliares de Buenos Aires, monseñor Raúl Martín, señaló hace unos días que «como jefe es muy sencillo. Somos seis obispos auxiliares y él ha sabido formar un buen equipo». Asimismo, Martín dijo que Bergoglio es un hombre «muy cálido».
