El grupo municipal del PP presentará una moción al próximo pleno, que se celebrará, previsiblemente, el próximo jueves, para que el Ayuntamiento de Segovia proponga a la Junta de Castilla y León que declare la primera fase del edificio de la fábrica «El Acueducto«, popularmente conocida como «La Choricera», como Bien de Interés Cultural (BIC).
La concejala del PP, Mercedes Sanz, indicó ayer que la iniciativa persigue «salvaguardar» el edificio de la fábrica, concretamente, la construcción correspondiente a su primera fase, que incluye las dos torres, la de secadero y la de oficinas, porque supone «un hito» para la ciudad no solo por su «valor arquitectónico y ambiental» sino porque además constituye uno de sus «puntos de referencia». El propósito es «proteger» el inmueble de la que fuera emblemática fábrica de embutidos de Segovia para «comenzar a repensarla como un motor de futuro de una Segovia a diez o veinte años vista».
El edificio se encuentra catalogado como «de interés nacional», en el registro de la Fundación Documentación y Conservación de la arquitectura y el urbanismo del Movimiento Moderno (DOCOMOMO). Su construcción se llevó a cabo entre 1963 y 1965 a partir de los paradigmas más depurados de la Escuela de Arquitectura Moderna. Es obra del arquitecto Curro de Inza (1922-1978) y su colaborador Heliodoro Dols. En el año 1971/74 se realizó una ampliación, que no responde a la filosofía rompedora del primer conjunto de edificios.
La arquitectura del edificio de «La Choricera» supone, según destacó Sanz, un icono del denominado Movimiento Moderno y un referente en la Arquitectura Industrial. «Las torres de Curro de Inza son una seña de identidad de Segovia y se configuran visualmente como fachada urbana de entrada a la ciudad. Nuestro objetivo es salvaguardar el edificio de la fábrica de embutidos y empezar a repensarla como un motor de futuro de Segovia», afirmó ayer la concejala.
Para Sanz, aunque han pasado algunos años desde que la fábrica de embutidos perdiera su actividad industrial, sin embargo, «su arquitectura mantiene la potencia creadora inicial, la limpieza de su estructura, el recio movimiento de masas y el carácter artesano del material». El edificio se compone de una multitud de cuerpos independientes que articulan el conjunto y que se unen mediante una cubierta concebida como una gran lona que abriga el edificio. En un extremo, se encuentra el gran volumen de la Torre de Secaderos, que se percibe aislado desde la lejanía convirtiéndose en referencia visual desde muchos puntos de vista de la ciudad; mientras que en el otro lado se erige la Torre de Oficinas, más baja por estar cerca de la vía de acceso a la ciudad.
«Esta fábrica supone un hito para la ciudad de Segovia no sólo por su valor arquitectónico y ambiental, sino también porque en una ciudad como Segovia constituye un punto de referencia», insistió Sanz, para añadir que desde el grupo municipal popular «no queremos que esta antigua fábrica de embutidos se convierta en un fósil sino en un testimonio de identidad de gran potencial para el futuro y en un modelo de pensamiento».
Interés nacional
Según la Ley de Patrimonio art.9.1 «La declaración de Bien de Interés Cultural requerirá la previa incoación y tramitación del expediente administrativo por la Consejería competente en materia de cultura. La iniciación del procedimiento se realizará de oficio, pudiendo ser promovida a instancia de cualquier persona física o jurídica». En febrero de 2010 el Colegio de Arquitectos informó de su inclusión con categoría de Interés Nacional, en el Registro de DOCOMOMO y anunciaba que solicitaría su inclusión como Bien de Interés Cultural, iniciativa a la que se sumaría la Cámara de Comercio. Esta propuesta, recuerda la concejala del PP, fue aplaudida por la concejala de Patrimonio, Claudia de Santos, así como por la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Castilla y León.
«Desde el PP tenemos la certeza -afirmó Sanz- de que esta antigua fábrica es un legado valioso y un recurso de notable interés para la ciudad de Segovia, que actualmente se encuentra en un proceso de renovación urbanística que exige nuevos espacios para dar contenido y proyección a la creciente demanda social de equipamientos públicos de calidad y de actividades relacionadas con el ocio, la recreación y la cultura en general». En opinión de la edil popular, desde el inicio de su construcción, tanto el arquitecto Curro de Inza como sus promotores, tuvieron el acierto de dotar a la «fábrica nueva» de «belleza interna y externa donde el lenguaje de las escaleras, las barandillas, los techos y materiales nos hablan de la proyección de lo humano sobre la obra, en cuanto está hecha para ser vivida».
Arquitectura singular
El edificio de la fábrica de embutidos «El Acueducto«, hoy cerrada, popularmente conocida como «La Choricera», se construyó entre 1963 y 1965 a partir de los paradigmas más depurados de la Escuela de Arquitectura Moderna.Es obra del arquitecto Curro de Inza (1922-1978) y su colaborador Heliodoro Dols. Entre los años 1971 y 1974 se realizó una ampliación, que no responde a la filosofía rompedora del primer conjunto de edificios.
