El PP se enfrenta mañana a un importante reto: conseguir el poder en una región históricamente del PSOE y añadir un nuevo punto azul a su mapa autonómico, en el que apenas cuatro comunidades están pintadas de otro color diferente al popular. La campaña electoral en Andalucía ha sido una tenaz contienda en la que los principales aspirantes a la Presidencia de la Junta, el conservador Javier Arenas y el socialista José Antonio Griñán, han alzado sus espadas para conseguir el apoyo de los miles de ciudadanos que decidirán si optar por «el cambio» al que apela el líder conservador o permanecer cuatro años más siendo «el foco de la resistencia», como aseguró ayer el expresidente del Gobierno Felipe González, que acudió a Sevilla, junto al secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, para apoyar a Griñán. Arenas también contó con un buen respaldo, el del líder de su partido y jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, que ha viajado varias veces a lo largo de estos 15 días para refrendar la candidatura del exministro de Trabajo.
La trama de los EREs irregulares ha estado presente durante toda la campaña. Más escándalos han salido a la luz y la gestión de la Junta ha quedado en entredicho. Un tema recurrente para Arenas, al que la gran parte de las encuestas otorgan una mayoría absoluta en las urnas, que aseguró que «los mercaderes del miedo, los del dóberman y los del fondo de reptiles van a perder estas elecciones».
Siempre desde «el respeto» hacia su contrincante, el popular indicó que lo que necesita Andalucía, tras 30 años de «mucha arrogancia y prepotencia», es mucha «humildad y responsabilidad», al tiempo que apuntó que la campaña de su partido ha sido «una catarata de propuestas», frente a «una lluvia de insultos y escándalos» en el bando socialista.
Además, hizo un llamamiento a la ciudadanía para impedir que «el color tenebroso del paro, los abusos y los derroches sigan cubriendo» la región, al tiempo que criticó que los socialistas se presenten como «mirlos blancos», tras haber escrito «páginas muy negras» en la Comunidad en los últimos años. Así, subrayó que las tonalidades de su Gobierno serán «un color claro de diálogo y un color transparente y alegre de esperanza».
Por su parte, Griñán lamentó «no haber detectado antes lo que se estaba produciendo» en el caso de los EREs irregulares y reconoció que «fallaron controles», aunque, según añadió, desde que la Administración regional tuvo «el primer indicio de irregularidad», se puso a investigar y colaborar con la Justicia.
Respecto a las alusiones de corrupción, Felipe González subrayó que, «si hay un responsable público que ha robado, que no se le vote», pero ése no es el caso de los hasta ahora presidentes socialistas de la Junta de Andalucía, «todos honrados», según recalcó.
Mientras, Rubalcaba apeló a la victoria del candidato del PSOE y se mostró convencido del triunfo, ya que, según aseguró, es el único que puede garantizar que la Comunidad luche contra la crisis y siga avanzando «sin dar un paso atrás en sus conquistas sociales».
El aspirante reclamó a los andaluces que «impidan» que la derecha «imponga en esta tierra su ideología reaccionaria y conservadora que pretende acabar con todas las conquistas sociales alcanzadas en 30 años de Gobiernos socialistas».
En cuanto a un posible pacto con IU, aseguró que éste se haría «con total transparencia», sin «nada oculto». Una alianza que para Arenas sería «más de lo mismo, pero más radical».
