El nacionalismo y el independentismo se hicieron fuertes ayer en el País Vasco, en las primeras elecciones autonómicas celebradas sin la sombra de ETA, que justo hace un año anunció el cese definitivo del terrorismo.
El PNV ganó los comicios con 27 de los 75 diputados del Parlamento regional, tres menos que en los comicios de 2009. La coalición independentista EH Bildu, en la que se integra la exBatasuna, el proscrito brazo político de ETA, consiguió 21 escaños, rentabilizando el fin de la violencia del grupo armado en las primeras elecciones autonómicas vascas a las que se presenta.
Con los diputados del PNV y los de EH Bildu, 48 en total, la nueva cámara de Vitoria estará dominada por un eje nacionalista-independentista, con dos partidos que llevan el horizonte de la independencia en sus programas electorales, en un momento en el que en Cataluña vive una quimera secesionista.
«Empieza un nuevo tiempo», avanzó el líder del PNV, Íñigo Urkullu, en una comparecencia en la que celebró que «por primera vez en la historia de Euskadi, la sociedad vasca ha podido elegir a sus representantes en plenas condiciones democráticas, sin la sombra de ETA». Urkullu será el nuevo jefe de Ejecutivo vasco, aunque para gobernar necesitará de pactos postelectorales, ya sean de Gobierno o puntuales en el Parlamento.
Los socialistas vascos (PSE), que de la mano de Patxi López lideraron el Gabinete regional en la última legislatura, se hundieron en los comicios al lograr solo 16 diputados frente a los 25 de la pasada legislatura. Y el Partido Popular, que con su apoyo parlamentario a éstos permitió en 2009 la ascensión al poder del primer Ejecutivo no nacionalista en la región, cayó de 13 a 10 escaños. Por su parte, los antinacionalistas de Unión, Progreso y Democracia (UPyD) revalidaron su único parlamentario.
Sin la sombra de ETA
Las de ayer fueron las primeras elecciones autonómicas vascas celebradas sin la sombra de ETA. Justo hace un año, el 20 de octubre de 2011, anunció el cese definitivo de un terrorismo que desde los años 60 costó la vida a más de 800 personas.
Y tras las sucesivas ilegalizaciones, primero de Batasuna, en 2003, y después de otras opciones que pretendían asumir su herencia, la izquierda abertzale ha sido la que ha rentabilizado ahora ese final de la violencia. Y lo ha hecho de la mano de Bildu, en la que además de la antigua Batasuna se integran una escisión del PNV (EA), otra de la propia Batasuna (Aralar) y otra de la marca vasca de Izquierda Unida (Alternatiba).
En la nueva legislatura, EH Bildu planteará en el Parlamento regional el derecho a decidir de los vascos. Y también su intención de convertir el euskera en la lengua prioritaria en el País Vasco, «en la teoría y en la práctica». «No pararemos hasta que consigamos un País Vasco libre, justo y solidario en Europa», adelantó la líder de Bildu, Laura Mintegi. «Dos de cada tres parlamentarios van a ser nacionalistas, abertzales, es hora de pensar como país y de parar de oír órdenes de Madrid, no nos van a parar por cosas que digan de Madrid», manifestó.
El candidato natural a la jefatura del Gobierno vasco hubiera sido el ex portavoz de Batasuna Arnaldo Otegi, pero su permanencia en prisión, cumpliendo condena por el intento de reconstruir la proscrita Batasuna, llevó a la «izquierda abertzale» elegir como cabeza a Mintegi, una profesora de la Universidad del País Vasco de casi 57 años -los cumple el próximo viernes- que ejerce de rostro amable en la escenificación del giro de la izquierda abertzale, el de la apuesta única y exclusiva por las vías democráticas, apartándose de la violencia etarra.
El temor ahora es que Urkullu plantee desde el cargo de lehendakari un nuevo desafío independentista. El líder del PNV quiere abrir a partir de 2015 un debate sobre un nuevo estatus político del País Vasco, aunque aún no ha aclarado qué signigica eso.
