Uno de los cientos spots promocionales que inundan estos días televisiones y radios argentinas, describe a los iconos de la selección de Sabella enmarcados bajo la premisa “¿Con qué nos vamos a encontrar?”. Tras hacer un recorrido por Messi, Di Maria o Maxi Rodríguez el anuncio define a Higuaín como “uno nacido en Francia pero cuyo corazón es argentino”.
Es quizá la mejor definición al resurgir del ‘Pipa Higuaín justo cuando Argentina más lo necesitaba. El delantero del Nápoles, ex del Real Madrid, respondió a las críticas con un partido soberbio y brillante, de empuje corajudo aunado con un excelente posicionamiento: de corazón argentino.
El partido comenzó con sorpresa, la de Bélgica con las ganas de tener el balón que nadie esperaba, quizá ni la propia Bélgica. Está sucediedo en este Mundial na serie de minutos locos de caballos desbocados según suena el silbato que se condensa a una lucha de globos de agua a medida que avanzan los choques. Los que saben de esto, l o llaman el miedo a perder.
Primeros minutos
Messi apareció en el minuto dos lo que supone siempre una buena noticia para su hinchada y una desesperación para los aficionados y defensas rivales. Su pase a la media vuelta contactó con Lavezzi que no supo o no quiso tirar.
De una recuperación de Gago vendría el gol, el único, el definitivo. Contactó con Leo Messi que escondió el balón como el mago los conejos y, de forma premeditada, contactó con Di María. Este se precipitó en el pase pero hay errores que valen millones y suelen provenir de jugadores como el ‘Fideo’, aquellos que hasta lo que hacen mal está bien. El error, propició un balón que Higuaín tuvo que empujar desde la frontal del área a la portería de Courtois que respondió por estatuarios.
Toda la primera parte fue de constante dominio argentino. Messi conectaba su pie al balón como el imán al hierro y Fellaini tuvo que usar hasta tres veces la mano dura para su derribo. La falta, tirada por el mismo Messi al palo del portero acabó por momentos con la esperanza de los belgas pero el balón -fuerte- se marchó por encima de la portería de Courtois.
Al igual que sucediera en el partido entre Brasil y Colombia, el dominador de la primera no lo fue de la segunda lo que igualó, al menos en el plano del juego y las ocasiones, el encuentro al buscar Bélgica el empate y Argentina el remate.
Llegadas por alto
Mucho tardó Wilmots en darse cuenta de la superioridad del conjunto belga por alto. La gasolina que necesitaba fue insuflada por la salida al terreno de juego de Lukaku y Mertens que junto a las subidas por la izquierda de Vertonghen producían dinamita.
El empate se olió pero también se sintió. La tuvo Fellaini de cabeza tras centro de Vertonghen y la tuvo De Bruyne en un disparo que lloró el palo de un Romero batido y que levantó a media Argentina y no precisamente de pasión.
El corazón y el gol de Higuaín fueron suficientes, ya que Courtois siguió en su empeño de que Messi no le marque ni en el descuento. Entonces todos lloraron y saltaron. Argentina de alegría tras 24 años sin unas semifinales y Bélgica lloró de pena por la eliminación. Su salto, ahora, es la Eurocopa de 2016.
