“Todos pensamos en el Acueducto en su tramo elevado, que es maravilloso, pero es más, es una obra de ingeniería hidráulica sorprendente”. Así lo ha asegurado la concejala de Patrimonio Histórico, Claudia de Santos, momentos antes de presentar los trabajos que han permitido recuperar el entorno natural y elementos arquitectónicos del trazado rural del monumento, desde el azud del Riofrío, en La Acebeda, hasta el segundo desarenador, situado en la avenida de Padre Claret.
Además de acondicionar el entorno natural del recorrido, de casi 15 kilómetros, y sus elementos arquitectónicos —como la presa del azud, los desarenadores y registros— el proyecto ha permitido mejorar la señalización y balizamiento de todo el trazado oculto del Acueducto para crear una ruta de senderismo a lo largo de la cacera.
De Santos, junto al azud del Riofrío, explicó que el azud estaba “completamente destrozado” y “degradado” por el tiempo. El agua ha vuelto al azud, conviertiéndose “en el mejor elemento para su mantenimiento y conservación”, apuntó la concejala, quien aclaró que el trazado original romano es desconocido, aunque “intuimos que por donde discurría el agua, que bajaba por gravedad, no puede estar muy lejos de la zonas donde hemos actuado”.
En este sentido, De Santos precisó que el proyecto ha intervenido sobre la infraestructura que ejecutó el arquitecto municipal Silvestre Manuel Pagola en 1929. De acuerdo con el proyecto que elaboró Pagola la cacera del Acueducto dejó de estar a cielo abierto y fue entubada, con una canalización de fibrocemento. Para superar las curvas de nivel y permitir la caída del agua se colocaron un total de 101 registros, unos elementos que ahora también han sido restaurados.
