El Olympiacos podrá defender mañana su corona continental después de derrotar al CSKA Moscú en la primera semifinal de la ‘Final Four’, tras un duelo que los griegos dominaron desde el inicio.
Para los rusos, los problemas comenzaron justo cuando recordaron que su rival era el mismo que le arrebató el cetro en 2012. El bloqueo mental, y por momentos la impotencia, fueron solo el inicio de su ‘vía crucis’.
Sin necesidad de abusar de Spanoulis, el conjunto heleno encontró la forma de limitar los balones interiores y, al mismo tiempo, asfixiar a Teodosic y Jackson. Progresivamente, los vigentes campeones llevaron su renta más allá de la decena haciendo que el descanso (28-40) pareciese incluso suplicado por los rusos. Impotentes.
Messina buscó mil y una combinaciones, pero ninguna funcionó. Con Teodosic, timón absoluto, ya irrecuperable y Papaloukas más imponente por pasado que por presente, Weems y Khryapa decidieron emprender vuelo por su rumbo (36-53 al término del tercer cuarto).
Pero el rival era mayúsculo, sin fisuras. No hubo ni siquiera atisbo de remontada. El conjunto ruso cayó como un animal domesticado. Se encontró un oponente que exhibió una intensidad infinita y su carácter de campeón para sellar su billete a la gran final de mañana.