Aunque aseguró en su primera intervención como obispo de Segovia no pretender presentar «un plan pastoral que no traigo preconcebido», monseñor César Franco Martínez expuso ante los católicos segovianos que ayer llenaban la Catedral para asistir a su toma de posesión las líneas básicas de lo que será su tarea al frente de la diócesis en la que ayer comenzó a trabajar como «siervo de Cristo y siervo vuestro por Jesús».
La cúpula de la Iglesia española, encabezada por el nuncio apostólico de Su Santidad, Renzo Fratini y el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) Ricardo Blázquez, quiso arropar con su presencia el inicio del camino de monseñor Franco al frente de una diócesis milenaria cargada de historia. Siete arzobispos -entre ellos el cardenal arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela- y una treintena de obispos de toda España acompañaron también al nuevo obispo de Segovia en una ceremonia en la que también participaron 250 sacerdotes de las diócesis de Segovia y Madrid..
La toma de posesión respondió al ceremonial establecido a tal fin, donde el nuevo obispo, acompañado por el ya emérito de Segovia Ángel Rubio y el nuncio apostólico fue recibido a la puerta de la Catedral por el cabildo y el colegio de consultores.
Tras una breve oración en la capilla del santísimo, ocuparon su lugar en el altar mayor para escuchar las intevenciones de monseñor Rubio Castro y Renzo Fratini. Así, el obispo emérito alabó las cualidades del nuevo obispo, del que destacó su “larrga experiencia pastoral y un buen bagaje intelectual y de entrega pastoral”, y le instó a ponerse manos a la obra sin demorarse. «La diócesis te necesita para incorporarte el primero en la obra de la nueva evangelización, tan urgente y apremiante de evangelizadores con Espíritu”, aseguró.
Por su parte, el Nuncio subrayó el carácter teresiano de la diócesis que ahora pastoreará el nuevo obispo, que alberga en sus muros la novena fundación de la santa y custodia el sepulcro de san Juan de la Cruz; y aseguró que el Papa -«le anima a que sea un buen pedagogo procurando en la dispensación de la divina enseñanza del evangelio el encuentro con Cristo. Además, señaló que el obispo “es un maestro cercano que ofrece el testimonio de la fe confirmando con su experiencia los fieles». Y exhortó al nuevo obispo a realizar lo que reza su lema episcopal «para que tengan vida y la tengan en abundancia».
La lectura de las Letras Apostólicas del nombramiento a cargo del canciller de la diócesis, Alfonso María Frechel Merino dio paso a Fratini, que invitó a Franco a ocupar la cátedra episcopal, en la que recibió el báculo episcopal en medio de una fuerte ovación que llegó a emocionar al prelado segoviano. Posteriormente, recibió la adhesión como nuevo pastor diocesano de una amplia representación de la iglesia segoviana, y desde ese momento presidió la solemne Eucaristía.
En una meditada intervención, plagada de referencias bíblicas, citas de encíclicas papales y de filósofos y teólogos cristianos, monseñor Franco expresó su intención de asumir el plan pastoral de su antecesor «por razones obvias de comunión eclesial, y pondré mis energías en realizarlo», pero dejó trazado el rumbo que pretende seguir a lo largo de su episcopado.
Así, confesó ser «un redimido por Cristo, que en mi condición de obispo he recibido la misión de fortalecer vuestra pertenencia y fidelidad a Él para ser en medio del mundo alabanza de su gloria»; por lo que pidió a la iglesia segoviana «que no centréis vuestra atención ni vuestras expectativas en quien os habla, aunque sea normal que todo nuevo obispo suscite interrogantes, y fijéis la mirada en aquel que era, que es y que será: Jesucristo, redentor del hombre».
En este sentido, indicó que su tarea como obispo será en «ayudaros con la autoridad de Cristo y su estilo de buen pastor a ser dóciles a la acción de Dios, porque solo así, la Iglesia de Segovia será signo e instrumento de la unidad de Dios con los hombres». «No vengo a ocupar el lugar que solo corresponde a Cristo y pastorear esta diócesis como si fuera mi propiedad personal» -aseguró- sino que vengo a someterme a Cristo y a dejarme conducir por Él».
Monseñor Franco hizo una breve reflexión sobre la vida de la Iglesia, y con palabras del Papa Francisco indicó que para superar los «momentos de cierta debilidad y de rechazo orquestado», «no debe referirse a si misma, sino sólo a su Señor y a los hombres que debe salvar». En este sentido, indicó que la reforma de la Iglesia «no es cuestión de imagen externa que puede dejar escondida su enfermedad interior», y pidió que los católicos combatieran la «mundanidad espiritual» con la fortaleza de Cristo Crucificado.
«Nuestra fuerza no está fuera de nosotros, en estrategias ni argucias humanas -indicó Franco- ni en acomodarnos al pensamiento dominante, débil e inconsistente con la única pretensión de ser aceptados. Nuestra fuerza es Cristo y su Evangelio, que es potencia y sabiduría de Dios para los que creen».
