Miles de ciudadanos, alrededor de 25.000, según la Policía Municipal, tomaron parte ayer en Bilbao en la manifestación de repulsa por el asesinato de Eduardo Antonio Puelles, que se convirtió en una ovación continua a su familia y a las demás víctimas de los terroristas.
La marcha estuvo encabezada por una pancarta con el lema Por la libertad-Askatasuna, ETA No, portada por los hermanos del policía asesinado y otros familiares de muertos por la banda, y tras la que marchaban también los dos hijos de Puelles, Rubén y Asier.
Desde que partió a las 18,00 horas de la plaza del Sagrado Corazón, hasta que concluyó, exactamente una hora y dos kilómetros después ante la escalinata del Ayuntamiento de la capital vizcaína, la manifestación fue recibiendo un aplauso ininterrumpido por parte de los miles de ciudadanos que esperaban su paso agolpados en las aceras y que posteriormente se sumaban a la marcha.
El aplauso se convirtió en ovación cerrada cuando quienes llevaban la pancarta llegaron al Consistorio, lo que ellos respondieron también con otro de agradecimiento a los asistentes a la cita.
Los políticos dejaron ayer el protagonismo a las víctimas y ocuparon una segunda línea de la manifestación. Junto al lehendakari, Patxi López, y gran parte de su Gabinete, asistieron la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega; el presidente del Senado, Javier Rojo; la del Parlamento vasco, Arantza Quiroga y el delegado del Gobierno en la Comunidad, Mikel Cabieces.
Además, recorrieron las calles de Bilbao la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín; la vicesecretaria de Organización del PP Ana Mato; y el coordinador general de IU, Cayo Lara.
Cuando la marcha llegó al Ayuntamiento, el hijo pequeño de Eduardo Puelles se fundió en un abrazo con su madre, que aguardaba la llegada de la manifestación en la escalinata de la casa consistorial abrazada a la bandera española que cubría el féretro de su esposo.
Para cerrar el acto, López se dirigió a los congregados, que abarrotaban la explanada frente al Consistorio, y advirtió a los terroristas de que «se acabó la impunidad, se acabó la arrogancia de quienes utilizan el argumento del amparo velado de la capucha».
El mandatario comenzó con un poema en euskera, escrito por él mismo, en el que pidió que se junten las voces «para decir todos a una, ETA no».
En un tono emotivo, entre aplausos, continuó su discurso, señalando que Puelles, «asesinado por defender la libertad de los vascos, era uno de los nuestros. Gracias a él y a otros muchos como él, gracias a los miembros de la Ertzaintza, de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, los vascos y las vascas vamos arrancando, trozo a trozo, con desgarro y sufrimiento, la mordaza de nuestra libertad».
Después de recordar a los amenazados, el presidente de la comunidad recordó a la familia del fallecido que «no están solos. Tienen todo el cariño y la cercanía de la inmensa mayoría de la sociedad vasca. Sabemos que Eduardo arriesgaba su vida, todos los días, para garantizar la nuestra, le vamos a estar eternamente agradecidos y no se nos va a olvidar nunca».
Cuando concluyó el lehendakari su discurso, la viuda de la última víctima del terrorismo de ETA, Paqui Hernández, se hizo con el micrófono espontáneamente para agradecer las muestras de apoyo recibidas a lo largo del día, y para dejarle claro a la banda que no van a conseguir nada, que lo único que han hecho es dejar «dos huérfanos y una viuda», pero que «gracias a Dios, hay mucha gente como mi marido, mucha, y no van a poder con ellos. Cada día van a salir más y más», destacó.
Flanqueada por sus dos hijos, Hernández garantizó que en el País Vasco «se puede vivir muy bien, porque hay gente muy decente y muy honrada, donde cada uno tiene sus ideas, pero las defienden hablando y no matando». Asimismo, señaló que se sentía «muy orgullosa» de su maridoy agregó que los terroristas que han acabado con su vida, lejos de ser «presos políticos», solo «son asesinos». «Que no vengan sus familias pidiendo dinero para ir a verlos porque son presos políticos. ¡Mentira! son criminales», destacó.
La mujer reconoció en el Consistorio bilbaíno que los miembros del grupo armado le han hecho daño, pero aseguró que les va a costar «mucho» poder con ella y con su familia. «Con los hermanos de mi marido, con mi madre y con toda la gente que le quiere», precisó.
Posteriormente, lanzó un «viva» al País Vasco, agradeció la presencia de las miles de personas que secundaron la manifestación y se dirigió de nuevo a ETA para decirle que no la van a ver llorar ni a ella ni a sus hijos. «Lloraré en casa, pero aquí no, no les voy a dar ese gusto», resaltó.
