El monasterio de Santa María de El Parral, en Segovia, ha quedado convertido en la última morada de los jerónimos en España y, por ende, del mundo, ya que esta orden nunca rebasó las fronteras de la Península Ibérica.
A finales de 2009, los seis monjes jerónimos del monasterio cacereño de Yuste se trasladaron a Santa María de El Parral. Entonces, la orden emitió una breve nota de prensa en la que señalaba que los monjes habían decidido “ausentarse temporalmente”, acogiéndose a una claúsula estipulada en el convenio que firmaron con Patrimonio Nacional en 2004, en virtud del cual dicho organismo público pasaba a gestionar el bello complejo arquitectónico que eligió el rey Carlos V para acabar sus días.
Según diversos medios de comunicación conservadores, la comunidad de Yuste fue objeto de una “campaña de acoso” cuyo objetivo final era que los monjes abandonaran el monasterio cacereño. Así, mientras la web ‘infocatolica.com’ publicó que “Patrimonio Nacional echa a los monjes del monasterio de Yuste para construir un hotel de lujo”, ‘Periodista Digital’ llegó a personalizar tal decisión en la figura de María Teresa Fernández de la Vega, argumentando a favor de tal tesis que Patrimonio Nacional dependía de la Vicepresidencia del Gobierno que ella ostentaba en ese momento.
De acuerdo con tales medios, Patrimonio Nacional, desde que asumió la gestión de Yuste, en 2004, no llevó a cabo un proyecto de rehabilitación del complejo, sino que únicamente realizó “actuaciones menores”. Además, los monjes comenzaron a ver perturbada su tranquilidad por la ampliación de las visitas guiadas. Tales circunstancias fueron entendidas como un intento “de librarse de los monjes”.
Todos estos extremos no han sido confirmados por la orden jerónima que, con el deseo de no entrar en polémicas, ha emitido recientemente una nota de prensa en la que dice que la “decisión de abandonar Yuste tiene causas internas a la orden y externas”.
El traslado definitivo de la comunidad de monjes del monasterio de Yuste al de Santa María del Parral se produjo el pasado 26 de junio. En los meses siguientes se siguieron realizando los trámites que el cierre de un monasterio conlleva. Finalmente, el 22 de diciembre se firmó el acta de rescisión, por el cual queda rescindido el convenio de 2004 entre Patrimonio Nacional y la orden jerónima. No obstante, “quedan por resolver algunas cuestiones de menor importancia”, ha afirmado uno de los monjes, fray Andrés.
“Actualmente, estamos en Santa María del Parral 11 monjes, que somos todos los que quedamos en la orden jerónima”, ha agregado el mismo monje. Según sus explicaciones, la integración de las dos comunidades se ha visto facilitada por el hecho de que los monjes ya se conocían entre sí, y todos ellos habían pasado tiempo en las dos casas, la de Yuste y la de Segovia.
“La vida en El Parral no ha cambiado —añade fray Andrés—; los monjes de Yuste se han acoplado perfectamente, algo que era lógico, pues la forma de vida era compartida en los dos cenobios”.
Historia.- Santa María de El Parral es un monasterio levantado en la ribera del río Eresma en el siglo XV que alternó momentos de esplendor (desde su inicio hasta mediados del siglo XVII) y otros oscuros (como el saqueo de las tropas de Napoleón, en el año 1808), hasta que el furor desamortizador del siglo XIX amenazó con enterrar definitivamente la presencia de jerónimos en la ciudad. Así, en 1835 fue disuelta la comunidad por orden de las leyes desamortizadoras.
Sin embargo, en la década de los años 20 del pasado siglo los monjes regresaron, en concreto en 1925. Se inició entonces una revitalización del complejo, todavía no concluida, como demuestra la reciente petición de distintas entidades segovianas, capitaneadas por Caja Segovia, para que la sillería de El Parral, guardada en el Museo Arqueológico Nacional, regrese a su ubicación primigenia.
