Todos aquellos que guarden algún tipo de relación con el Open Castilla y León saben en qué consiste el llamado “Milagro de El Espinar”. Si alguien se desplaza hasta la zona donde están ubicadas las pistas de tenis apenas diez días antes del comienzo del torneo, pensará que es prácticamente imposible trasladar hasta allí la infraestructura necesaria para organizar un Challenger de tenis que acoja a jugadores de gran nivel dentro del circuito ATP.
Por el contrario, si esa misma persona vuelve a las instalaciones del Open en su fecha de inicio, comprobará que todo está a punto para que allí se celebre uno de los eventos tenísticos más importantes de nuestro país.
Una vez más y van veintiséis, aunque el emplazamiento haya cambiado con el paso del tiempo, ese pequeño “milagro” ha vuelto a hacerse realidad en un año que entrañaba, ya de por sí, muchas dificultades.
Cuando allá por el mes de marzo la organización del torneo dejaba las riendas a un nuevo equipo encabezado por Virginia Ruano, fueron muchos los que dudaron de la posibilidad de que el proyecto pudiera salir adelante.
Por suerte, y gracias al esfuerzo y sacrificio de la organización, durante esta semana se ha podido comprobar que el torneo no sólo ha sobrevivido sino que conserva las señas de identidad que tan hondo han calado en los aficionados al tenis en Segovia.
Aunque en la forma hubiese muchos cambios, en el fondo todo seguía siendo igual. Los mismos voluntarios, los mismos operarios de mantenimiento, las mismas azafatas y, prácticamente, el mismo público, que ha acudido fiel a su cita con un evento que aúna esa mezcla perfecta entre lo familiar y lo grandioso que lo hace tan peculiar. Ahí, y en el gran trabajo de los organizadores, ha estado la clave del éxito de esta edición recién finalizada.
VALORACIONES
Pese a que en el sentir popular, todos eran conscientes de que el torneo había cumplido con las expectativas, escucharlo en voz de los protagonistas reconforta todavía más.
La directora del torneo, Virginia Ruano, reconocía que “aunque habrá que mejorar cosas, estoy muy contenta por cómo se han hecho las cosas. Creo que hemos superado el reto”.
En la misma linea se mostraba el presidente de honor, Pedro Muñoz, que alababa “el trabajo de Virginia y de Mónica (Muñoz). Era una dura prueba y estoy muy feliz porque el torneo ha sobrevivido”.
También el primer edil de El Espinar, Francisco Jorge, se mostraba satisfecho y asegurando que “se ha visto el mejor tenis de los últimos años. Además se ha llenado la pista aunque en la final no jugara ningún español”.
SUPERVISOR
Incluso el supervisor de la ATP, Paulo Pereira, quedó fascinado por “la familiaridad que envuelve al torneo y que es idónea para los jugadores. Me gusta que la organización conserve lo bueno de antes y quiera innovar”. Además, quiso destacar “la transparencia con la que trabaja Virginia Ruano. Compartimos mucha información”.
Un éxito común porque el Open Castilla y León es, al fin y al cabo, un torneo de todos. De la gran familia que componen organización, jugadores, voluntarios, azafatas, operarios de mantenimiento y, sobre todo, el público.