El Senado de EEUU aprobó el pasado jueves un proyecto de reforma sanitaria que coloca a la Casa Blanca más cerca de su objetivo de lograr un sistema de cobertura médica universal por primera vez en la historia del país.
La votación en la víspera de Navidad, algo que no ocurría desde 1895, se produjo tras más de 20 días de debates, durante los que los demócratas no lograron vencer la férrea oposición a la iniciativa de sus rivales republicanos.
El histórico Sí representa el mejor regalo de Navidad que pueda recibir el presidente, Barack Obama, no obstante aún quedan muchos obstáculos para que la medida llegue a convertirse en ley.
El Senado aprobó el proyecto con 60 votos a favor, todos de la bancada demócrata, y 39 en contra, todos republicanos.
La ratificación representa todo un hito para la Casa Blanca y Obama, que se había fijado la reforma del sistema sanitario como su principal prioridad legislativa.
Nunca ninguna Administración había llegado tan lejos en sus intentos de reformar la Sanidad. El último en tratar de acometerlo, Bill Clinton, fracasó estrepitosamente y perdió la mayoría en el Congreso en el intento.
En una declaración en la Casa Blanca antes de partir hacia su archipiélago natal, Obama, que aplazó sus vacaciones navideñas en Hawai para estar en Washington durante la votación, afirmó que «estamos finalmente a punto de hacer realidad la promesa de una reforma sanitaria real y significativa que aportará seguridad y estabilidad adicional al pueblo estadounidense».
Para Obama, la decisión del Senado representa una reivindicación política, tras meses de descenso de su popularidad en las encuestas, precisamente, por su gestión del proceso de reforma.
Pero está claro que lo que se ha ganado hasta el momento ha sido solo una batalla, no la guerra. Queda por delante la pelea definitiva, el proceso de armonización del proyecto de ley del Senado con el que ya aprobó la Cámara de Representantes en noviembre. Ambas propuestas difieren en aspectos clave, pero los líderes demócratas en las dos cámaras tienen muy poco margen para la negociación.
En el Senado, los demócratas no pueden permitirse perder ni uno solo de sus votos, los mínimos necesarios para aprobar la legislación. Ya el voto del pasado jueves requirió intrincadas negociaciones para lograr un texto «a la medida» de dos senadores renuentes, Joe Lieberman y Ben Nelson.
Nelson ha advertido que podría retirar su apoyo si en el proceso de armonización se alteran las disposiciones contra el aborto que obligaron a imponer en el proyecto del Senado.
La medida busca dar cobertura médica a cerca de 30 millones de estadounidenses que en la actualidad carecen de ella, pero excluye específicamente a los inmigrantes ilegales.
Uno de los aspectos que acarreará mayores disputas será un seguro sanitario público, conocido como opción pública. La versión de la Cámara de Representantes lo contempla, pero el Senado lo descartó. Otra área polémica serán las enmiendas, existentes en ambas versiones pero también muy criticadas, que prohíben el uso de fondos federales para la práctica de abortos.
En ningún caso, han apuntado fuentes legislativas, cabe esperar una medida consensuada antes de finales de enero, cuando Barack Obama debe pronunciar ante el Congreso su discurso sobre el Estado de la Nación.
