Cuatro días después de que un fatal descarrilamiento de un tren Alvia que cubría la ruta Madrid-Ferrol protagonizase el peor accidente ferroviario de la historia reciente de España, el maquinista del convoy, Francisco José G.A., pasó a disposición judicial para declarar ante el magistrado instructor del caso, Luis Aláez, que decidió concederle la libertad con cargos después de casi dos horas de comparecencia.
El conductor, que está imputado por un delito de homicidio por imprudencia, había sido detenido el pasado jueves en el hospital donde se recuperaba de sus heridas y ayer, después de pasar la noche en el calabozo de la Comisaría de Santiago de Compostela, fue conducido por la Policía Nacional a los juzgados de la capital gallega para sentarse ante el juez, al que, según fuentes de la investigación, reconoció haber cometido una imprudencia, ratificando así las palabras que, el mismo día del accidente, pronunció, admitiendo haber sobrepasado la velocidad permitida en la curva en la que se produjo el descarrilamiento.
Sobre las 18,20 horas, algo menos de hora y media antes de que se extinguiese el plazo de 72 horas desde su detención, el coche que llevaba al maquinista entró en los juzgados de Fontiñas por el acceso de vehículos. Esposado y con los dedos de las manos entrecruzados sosteniendo su barbilla, el acusado se adentró en el Juzgado de Instrucción número 3, donde se sentó delante de Aláez pasadas las 20,00 horas.
Mientras tanto, fuentes judiciales señalaron que las cajas negras del convoy permanecen bajo custodia policial y que todavía no han sido abiertas, aunque en las próximas horas se espera la llegada de un perito especialista en electrónica para escuchar su contenido.
Además, la Policía empezó el pasado sábado a tomar declaración como testigos a los supervivientes del siniestro que resultaron ilesos y a aquellos cuyas heridas les permitían desplazarse hasta dependencias oficiales.
En estos interrogatorios se les está preguntando a los pasajeros del Alvia cómo había transcurrido el desplazamiento hasta el momento en que el tren descarriló, con el fin de averiguar si los viajeros habían percibido algo que les resultase extraño y cómo se desarrollaron los acontecimientos posteriores al fatal golpe.
En este sentido, un tío de Francisco José G.A. criticó que «políticos y Renfe» hayan «inculpado» al chófer, al tiempo que pidió «dejar que se investigue». Fernando G.M. reconoció que se encuentra «muy mal» con lo ocurrido y aseguró que, al igual que han hecho hasta el momento otros allegados al acusado, prefiere mantener silencio.
Así, insistió en que es «la investigación» la que debe determinar el culpable o los hechos que provocaron el terrible accidente, que deja un balance de 79 fallecidos y decenas de heridos.
Por otro lado, sentimientos de dolor de aquellos que perdieron a sus seres queridos en la tragedia se entremezclaron en el pabellón deportivo del Instituto Rosalía de Castro, con la sensación agridulce de aquellos que han sobrevivido y que acuden a recoger sus efectos personales.
Entre el equipaje hay maletas, bolsas y mochilas, muchas rotas y todas ellas llenas de polvo, que evocan los planes frutados de los 218 pasajeros que viajaban en el tren. Además, algunos de los familiares han informado de que hay efectos personales calcinados, dado que en algún vagón se declaró un incendio tras el descarrilamiento.
