Salvo que el cambio climático (Dios no lo quiera) trastoque definitivamente la climatología que caracteriza al invierno, el carnaval segoviano está abocado al frio y a las inclemencias meteorológicas. De hecho, las comparsas suelen tener en cuenta esta circunstancia a la hora de diseñar sus disfraces eligiendo motivos o temas que les permitan llevar bajo las multicolores prendas otras más toscas pero más efectivas a la hora de guarecerse de las bajas temperaturas.
La jornada de ayer, Martes de Carnaval, escenificó a la perfección esta peculiaridad y aunque las comparsas respondieron al reto con su proverbial entusiasmo, el ‘general invierno’ hizo que sus efectivos se vieran sensiblemente reducidos debido al mal tiempo.
Minutos antes del arranque del desfile, las comparsas miraban al cielo con la esperanza de que las nubes que cubrieron la ciudad durante todo el día y que dejaron lluvia de forma intermitente durante la mañana y gran parte de la tarde no descargaran durante el cortejo. El viento incluso hizo peligrar la participación del espectáculo Los Allebrilles que precedía al desfile, ya que las rachas que azotaban la ciudad ponían en riesgo la estabilidad de las figuras manejadas por los especialistas de la compañía francesa Les Grandes Personnes.
Finalmente, el espíritu carnavalero y las ganas de divertirse y pasarlo bien de las comparsas fueron más fuertes que las inclemencias climatológicas y el desfile arrancó puntualmente encabezado por los seres mágicos y luminosos que sorprendieron a todos con sus movimientos, sus luces y su capacidad de interactuar con el público.
La música de El Puntillo Canalla, las charangas La Atrevida y Gurugú y las dulzainas Tierra Segovia contribuyeron a calentar el frío ambiente con sus pegadizas melodías capaces de hacer mover los pies a propios y extraños no sólo para intentar paliar el frío, sino para compartir la alegría del carnaval.
Aunque escasas en efectivos, las comparsas también pusieron todo de su parte para sumarse a la fiesta con un desfile que reeditó el entusiasmo del inicio del carnaval aunque en esta ocasión no se viera acompañado por una masiva presencia de público. Una vez más, los comparseros de La Semifusa abrieron el cortejo con sus vistosos trajes rojos y dorados, seguidos por los ‘polis y cacos’ de Apadefim —previsores con impermeables transparentes en su atuendo— y La Morada, en su incesante lucha para barrer la corrupción con un travieso ‘hombre del maletín’ que repartía billetes perseguido por un infatigable miembro de la comparsa que escoba en mano trataba de evitar el delito y retirarle de la calle.
Tras ellos, los astronautas de Pasitos —muchos de ellos en la nave nodriza seguramente por el frío— abrían camino a los dragones y vikingos de Vacceos y a los piratas de Semaforitos, que mostraron de nuevo su veteranía y pasión carnavalera en tan difíciles condiciones. Menos veteranos pero igualmente apasionados se mostraron en el desfile Los Chirigoteros, con su recreación de la saga cinematográfica de ‘Shrek’ y Para Que Tu lo Bailes, que hicieron gala de su nombre con una divertida coreografía que bailaron durante todo el trayecto.
A las comparsas oficiales se sumaron algunos grupos apócrifos que mostraron la parte reivindicativa del carnaval, como los integrantes de un peculiar centro de salud que evidencia las carencias del sistema sanitario o los que mostraban la defensa de la dación en pago de las viviendas para evitar los deshaucios.
El recorrido llegó a la Plaza Mayor, donde los profesionales de la Asociación de Cocineros esperaban a comparsas y segovianos para ofrecerles un reparador ‘potaje carnavalero’ que sin lugar a dudas resultó muy bien recibido no sólo como alimento. Recordando tiempos pasados pero cercanos en el tiempo, La Troupé de la Merced puso la música del baile de Carnaval en el templete de la Plaza Mayor, con la memoria puesta en aquellos míticos bailes en la Casa de los Picos que no hace mucho tiempo congregaban a los segovianos ávidos de fiesta en estos días.
