El Real Madrid se clasificó ayer para los cuartos de final tras doblegar (4-1) al CSKA Moscú, con goles de Higuaín, Cristiano por partida doble y Benzema, que dejó claro el potencial ofensivo de los blancos, pero que no habla de los problemas de los de Mourinho para generar juego, máxime cuando el rival se encierra en su área y falta ese ‘abre latas’ que es Di María.
Sin brillo pero con oficio, muy al gusto de Mourinho, el Real Madrid solventó el partido y la eliminatoria ante un CSKA Moscú que demostró que no es rival para un conjunto de tanta enjundia.
Los locales encararon el envite con apatía y, fruto de ello, su primer disparo no llegó hasta el minuto ocho, aunque el conjunto visitante tuvo tiempo de dar el primer susto tras un buen pase entre líneas de Dzagoev a la carrera de Doumbia, que disparó por alto.
Sin embargo, fue el Madrid el que se adelantó con un gol del ‘Pipita’, que quiso dejar claro su acierto de cara a la puerta contraria.
Sin más ocasiones reseñables para ninguno de los equipos y con la victoria momentánea de los locales, concluyó la primera parte.
En la reanudación, cuando parecía que la tónica descafeinada del partido se iba a mantener y que nada iba a hacer levantar al aficionado de su asiento, Cristiano agarró en tres cuartos de campo una pelota intrascendente y soltó un zapato que se coló en las mallas rivales, con la inestimable colaboración de Chepchugov.
Protagonismo
El tanto del astro luso vino a darle la cuota de protagonismo que siempre persigue y que fue acrecentando con el paso de los minutos, con desbordes, disparos, cabezazos y combinaciones.
Pasada la media hora de juego, Mourinho dio entrada a Benzema en detrimento de Higuaín. Como los buenos revulsivos, el galo mandó a la red la primera pelota que tocó, tras remachar con la puntera un primer disparo que le había sacado Chepchugov. Cuando parecía que el duelo no podía deparar sorpresas, Tosic anotó el gol de la honra para los rusos (3-1) tras driblar a Pepe, acomodarse el esférico y estrellar en el larguero un balón que terminó por colarse en la portería de Casillas.
Los llamados ‘minutos de la basura’, lo fueron aún más en un encuentro en el que ni los blancos buscaban la portería rival ni los rusos tenían fe en acrecentar su cuenta. La flaqueza eslava se dejó notar en las postrimerías del encuentro, cuando Ronaldo redondeó la goleada blanca.
Con el pitido final del colegiado, el conjunto blanco refrendó su victoria. Mourinho ya puede colgarse la medalla de haber superado en dos años consecutivos los octavos de final, ronda aciaga para la entidad de Concha Espina en las últimas temporadas.
