El Real Madrid firmó ayer una cómoda victoria ante el Levante en un plácido partido para los blancos, que con esta victoria se colocan a dos puntos del Barcelona, a expensas de lo que hagan los de Pep Guardiola hoy contra el Athletic de Bilbao.
Los locales no acusaron las rotaciones de José Mourinho, que dejó a Xabi Alonso, Özil y Adebayor en el banquillo, de cara al próximo compromiso de Champions, y no tuvieron problemas para deshacerse de un débil rival. El excesivo respeto de los valencianos facilitó el trabajo ‘merengue’.
El Real Madrid se encontró con un Levante temeroso, quizás marcado todavía por la dolorosa goleada sufrida en su última visita al coliseo blanco. Los pupilos de Luis García cedieron todo el terreno a los locales, que llegaron sin oposición a Munúa, sobre todo por el lado de Di María, que a los seis minutos se marcó una obra de arte que culminó en el primer tanto.
Una gran jugada personal del argentino, que se fue de tres defensores con bicicleta incluida, terminó con un gran pase desde la derecha que Benzema se encargó de convertir en gol, empujando libre la pelota al fondo de la red. El tanto del galo y el timorato planteamiento ‘granota’ invitaron al conjunto de Chamartín a seguir insistiendo en ataque, con Cristiano como protagonista con varios disparos lejanos sin éxito.
Las aproximaciones del luso se convirtieron en serios avisos cuando Di María y Benzema rondaron el gol en dos jugadas consecutivas, encontrándose con un acertado Munúa. Al monólogo blanco se unieron con la misma poca fortuna Marcelo y Kaká con tiros desde fuera. El desacierto lo resolvió Carvalho, que firmó el segundo tras un buen saque de falta de Cristiano.
Tras la reanudación, el partido siguió como en la primera mitad. El Real Madrid rozó el tercero, esta vez por medio de Khedira, cuyo disparo fue detenido por el meta visitante. El Levante intentó estirarse con la entrada de Montero, pero sus llegadas no inquietaron el portal defendido por Adán.
Mientrsa tanto, Cristiano Ronaldo, algo ansioso, remató de cabeza y en carrera un gran centro de Di María, pero el luso volvió a encontrarse con Munúa.
En el último tramo, la contienda, ya decidida, fue languideciendo con un Real Madrid que reservó fuerzas, a excepción del incombustible Ronaldo. Con la tarea cumplida, Mourinho ya pensaba en la cita con la historia de los suyos, el muro de octavos de final de la Liga de Campeones, insalvable para los de Chamartín desde hace seis años.
