El Real Madrid certificó ayer su clasificación para la final de la Copa del Rey en un partido que tuvo perdido durante muchos minutos, y en el que supo sufrir sin bajar los brazos para apear a un Power Electronics Valencia que se derrumbó en el momento decisivo.
Los de Ettore Messina, tras una primera mitad aciaga en ataque (27-35), llegaron a estar hasta 13 puntos por debajo (27-40), pero no perdieron la calma y siguieron trabajando en defensa hasta que encontraron las ideas ofensivas liderados por Sergio Rodríguez, que volvió a asumir responsabilidades. El ex competidor de la NBA se repartió la responsabilidad con Carlos Suárez y Nicola Mirotic, y entre los tres sacaron al combinado a flote en una dura prueba.
Este éxito constituyó una nueva prueba de madurez para la escuadra blanca, que mantuvo así su racha inmaculada de 2011 y se metió en la pugna definitiva por el trofeo, que no se adjudica desde 1993. Aunque se enfrentará a un duro adversario, el bloque ‘merengue’ se apoyará en su coraje y su talento para intentar triunfar, apelando también a su condición de anfitrión.
Quedó claro que el técnico del oponente levantino, Svetislav Pesic, había trabajado muy bien el compromiso en el aspecto estratégico. Durante una gran parte de la cita, los locales se sintieron agobiados por la presión rival; sin embargo, los hombres del serbio se diluyeron como azucarillos en los minutos decisivos de la contienda, factor que aprovechó el Madrid para remontar. A pesar de su esfuerzo, al Valencia no le quedó otro remedio que resignarse a ser eliminado.
