El Jardín Botánico estrena noria. Una nueva ‘noria de corriente’ sustituye a la anterior ‘noria de sangre’ construida en madera a iniciativa de los alumnos y profesores del IES Ezequiel González en 1995, muy deteriorada debido al paso del tiempo y las condiciones ambientales. Por ese motivo, el Ayuntamiento encargaba a Jorge Soler y José Mari Izaga el proyecto de construcción de una nueva noria con la condición de que fuera una pieza resistente y duradera.
El diseño de la nueva noria está inspirado en las azudas tradicionales, pero fabricada en materiales actuales. Es de eje horizontal, totalmente de metal, accionada en su parte inferior por una corriente de agua que la hace girar y de la que capta el agua mediante unos cangilones. Tiene un diámetro de tres metros, con una estructura de 18 radios en cada una de sus caras laterales y dos coronas circulares. Cuenta con 36 cangilones para tomar el agua con una capacidad bruta de seis litros cada uno. Todas las piezas son de acero corten.
Como en el Jardín Botánico no existe una corriente de agua capaz de impulsar las palas, el giro de la noria se consigue mediante un motor eléctrico. La rueda realiza la función de elevar agua desde el estanque inferior, a un canal elevado, para caer en cascada, volviendo de nuevo al estanque en un circuito cerrado.
El movimiento continuo que mantiene la noria y el murmullo del agua añade un elemento evocador al que ya tiene el Jardín Botánico, además de cumplir una función pedagógica al ser la reproducción de las antiguas maquinas utilizadas para elevar agua durante siglos.
