El lugar donde se sitúa Cuevas de Provanco, en una escarpada ladera, posiblemente fuera hace mil años uno de los mejores de la actual provincia —desde el punto de vista estratégico—, para fundar un pueblo. Pero, claro está, ese hecho tiene todavía hoy un elevado precio, que los vecinos del lugar deben pagar cada cierto tiempo. Así, de vez en cuanto caen peñascos de la zona más alta del pueblo —donde una vieja leyenda habla de la existencia de un castillo medieval— o se produce el derrumbe de algún muro de contención.
Si en 2013 se cayó el muro de la calle Paredón, lo que obligó a una rápida intervención, la pasada semana se produjo un hecho de similar naturaleza, el hundimiento de una calle del pueblo. Por fortuna, en esta última ocasión no ha habido que lamentar daños personales ni tampoco daños materiales a edificios particulares. Pero, eso sí, ha quedado en el centro del pueblo un enorme boquete que requiere la pronta ejecución de la obra oportuna.
Una vecina de Cuevas de Provanco indicó ayer a esta Redacción que el suceso ha provocado diversos problemas, como el corte del suministro de agua o el eléctrico. En vista de la situación, el Ayuntamiento ha solicitado la redacción de una memoria valorada para, a renglón seguido, buscar la financiación necesaria, de cara a restablecer la calle a su estado anterior. A falta de confirmación oficial, la Diputación de Segovia, previsiblemente, “echará una mano”, como en anteriores desprendimientos. En cualquier caso, será otro parche para uno de los problemas endémicos de Cuevas de Provanco, un pueblo deudor de su historia que tiene por orgullo ser uno de los primeros emplazamientos cristianos medievales en la actual provincia de Segovia, dado que su fundación data del siglo X, en una época en la que lo que más importaba a la hora de crear un asentamiento de población era que fuera fácilmente defendible. Entonces, lo de los derrumbes ni se planteaba. Ahora… la historia es otra.