Hospitales sin electricidad, casas derribadas por los ataques aéreos, miles de personas en busca de agua, refugio y alimento. Esta es la difícil situación humanitaria que vive Yemen un mes después de que comenzase la guerra.
Los hospitales de la capital, Saná, tienen muy pocas reservas de gasolina para las ambulancias. Abarrotados con heridos, la mayoría de ellos no tienen electricidad o generadores para realizar cirugías. Algunas fuentes señalaron la existencia de cuerpos almacenados en neveras o enterrados en masa con rapidez.
“Las ambulancias no pueden circular, hay muy poca electricidad y no existe suficiente combustible para los generadores. En un país con escasez de agua como es Yemen, ni siquiera se puede bombear agua”, denunció una portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja, Marie Claire Feghali. “Es una catástrofe, una catástrofe humanitaria. Si ya era difícil antes, ahora no existen palabras”, agregó.
Los cientos de bombardeos aéreos de la coalición liderada por Arabia Saudí y los decenas de enfrentamientos terrestres dejaron doce millones de personas “en riego alimenticio”, un trece por ciento más que cuando comenzó el conflicto, y otras 150.000 huyeron de sus hogares. Según el último informe de Naciones Unidas al menos 1.080 personas murieron, incluidos 115 niños.
Muchos yemeníes están huyendo del desastre, la guerra y la hambruna a otros países menos inestables del Cuerno de África. Hisham Abdul Wahab, residente de uno de los últimos distritos en sufrir grandes explosiones, contó que intentó permanecer allí pero le fue imposible. “Algunas personas comenzaron a regresar al barrio, pero los bombardeos comenzaron otra vez y están marchándose por segunda vez. Ahora la zona está devastada: no hay carreteras, ni agua ni electricidad. Nadie se ha quedado excepto los ladrones”, relató.
La familia Shihab no soportó los tanques y disparos de la semana pasada, así que Sadam junto a sus hijos pequeños y su madre dejó su hogar en la ciudad de Huta y caminaron a la aldea más cercana a una hora de distancia.
“Era la única vía para proteger a mi familia. Toda la zona de Huta es un desastre total, donde casi no quedan personas. Alrededor de 3.000 familias huyeron y están sufriendo mucho», narró la familia.
Los residentes denunciaron que decenas de personas huyeron a través de destartalados barcos pesqueros a Somalia o Yibuti, países más pobres que Yemen pero ahora más seguros. “Hay personas desplazadas que han acampado en colegios abandonados y están sentados en medio de los bombardeos sin comida ni electricidad”, denunció un trabajador local, Wissam al Hiswa.
Para decenas de miles de personas que huyen de zonas conflictivas, paz y ayuda resultan lejanas. “No hay suministros ni ONG para ayudar a las miles de personas que han huido”, relató un afectado.
