Normalmente, llegados a estas alturas del mes de julio, los equipos de fútbol tienen claro en qué categoría y contra qué rivales van a enfrentarse en la próxima temporada, y solo están a la espera de que en las reuniones de las distintas federaciones, ya sea la Española con la Primera, la Segunda y la Segunda B, o las diferentes territoriales, den validez con su calendario de partidos a los ascensos y descensos producidos en la campaña pasada.
Sin embargo, este período estival está siendo especialmente convulso en lo que se refiere a este tema de ascensos y descensos, sobre todo en lo que se refiere a Castilla y León, con varios equipos que aún no saben a ciencia cierta si su categoría es la Segunda B, o la Tercera, o incluso la Regional de Aficionados.
Comenzando por los equipos de Segunda B, el Zamora consiguió ‘in extremis’ salvar su complicada situación presentando el aval de 125.000 euros que necesitaba para mantener la categoría, a través de una empresa de la provincia, un aficionado del club zamorano, y el propio presidente, por lo que se quedará un año más en la División de Bronce del fútbol español.
Otro tanto parecía haber hecho el Guijuelo, una vez que el Ayuntamiento de la localidad salmantina abonara el aval. Pero la Federación Española de fútbol aún no ha validado este aval, y de no hacerlo condenaría al Guijuelo directamente a la Tercera División.
Condenado, pero a pelear en la justicia ordinaria su presencia en la Segunda B parece estar el nuevo Salamanca, nacido de las cenizas de la extinguida Unión Deportiva, al que la Federación no quiere dar el visto bueno pese a que una juez de la capital charra notificó a la RFEF en un auto la obligación de inscribir al conjunto salmantino. Si la Federación hace caso omiso a este auto, además del lío de recursos correspondiente, el Salamanca se vería obligado a competir en el grupo octavo de la Tercera. Aunque poco probable, si Guijuelo y Salamanca terminaran jugando en Tercera, quien dejaría de hacerlo (por arrastre de la Segunda B) sería el Santa Marta, que ocupó plaza de permanencia al final de la pasada campaña, aunque cabe la opción de que no lo hiciera si la Arandina comprara una de las dos plazas en Segunda B que quedaran vacantes.
¿Parece suficiente lío? Pues aún hay más, porque la plaza que queda vacante con seguridad en la Segunda B es la de la Cultural Leonesa, ascendido deportivamente, que vio cómo la Federación no admitía su aval de 400.000 euros, por lo que se verá obligado a jugar de nuevo en una Tercera que esta semana, en la asamblea que la Federación Territorial realizará el 18 de julio, conocerá su composición definitiva… o no.
