Acaba ya la legislatura y usted ha estado al frente de la Concejalía de Deportes durante casi todo el periodo. ¿Qué balance realiza de su gestión en esta área?
Yo me siento muy orgulloso de todos los años que he estado en el Ayuntamiento de Segovia, que han sido diez. De esta legislatura me siento muy orgulloso por ser concejal de Deportes y vicepresidente del Instituto Municipal de Deportes (IMD) en un momento en el que la crisis castigaba a todos los sectores, y al deportivo le ha castigado sobremanera. Mi trabajo ha sido muy complejo, tirando de ingenio y nuevos métodos de trabajo para que el deporte no se cayera y diseñamos una estrategia para que el IMD, que iba a ser el sustento principal del Deporte, no se viniera abajo.
¿Una buena estrategia?
Sí, la estrategia ha funcionado y hemos mantenido el deporte todos estos años. Además hemos dado un ejemplo a la sociedad, porque el IMD, en lo económico, siempre ha dado superávit y cuando dejé de ser concejal tenía un remanente de Tesorería de 200.000 euros; y se han cumplido sus objetivos.
También había un Plan Director en su área…
Nosotros teníamos un Plan Director del que estoy muy orgulloso, porque se ha cumplido casi al cien por cien. Se tejió con las asociaciones y los clubes, con ese foro de participación del deporte, y se ha cumplido casi totalmente. Ahora el deporte en Segovia está sano, es solvente, y lo que necesita es una inyección económica.
Sobre las nuevas infraestructuras deportivas construidas estos años, ¿cuál destacaría?
De lo que me siento más orgullos es del complejo deportivo Carlos Melero, que tuve el orgullo de inaugurar como concejal de Deportes y que es la ‘Champions’ de las infraestructuras. Además, es económicamente sostenible, porque le ha costado cero euros al Ayuntamiento, y por un precio reducido permite a la gente iniciarse en la actividad deportiva.
Pero no todo puede haber sido positivo…
El pabellón del ‘Peñascal’ es el episodio más negativo, no solo por el problema de la gestión de este asunto sino porque este ha generado otros problemas de gestión en la ciudad. Yo me di cuenta de que la Junta de Castilla y León no estaba gestionando bien este pabellón. Sinceramente creo que se tenía que haber hecho de otra manera y mis planteamientos iban por otros derroteros. Así surgió un problema político y lamento que no estuviera el anterior alcalde, Pedro Arahuetes, porque él hubiera apoyado mi planteamiento de gestión. Pero Clara Luquero, por motivos que algún día tendrá que explicar a los segovianos, en vez de defender a su concejal, la razón y la verdad, prefirió hacerse una foto con Juan Vicente Herrera y arrodillarse ante la Junta, en vez de ver la realidad como era. Ese es el mayor error que ha cometido Clara Luquero en este tiempo y es el que ha provocado una ruptura y no solo conmigo; porque parece que yo era el único concejal disidente, pero con el paso del tiempo y las dimisiones de Javier Giráldez y Blanca Valverde hemos visto que no.
¿El pabellón del ‘Peñascal’ es su único ‘borrón’?
Es el único punto negativo y el que desencadenó la ruptura con el equipo de Gobierno. Para mí es muy duro que ver que tus excompañeros te niegan la razón solo por mantener sus lentejas. Cada uno tenía su sueldo dentro del equipo de Gobierno, 60.000 euros la alcaldesa y 30.000 los concejales, y muchos, en vez de dar la razón a la verdad, decidieron mantener sus lentejas. Yo antepuse a los ciudadanos a la política profesional en el caso del pabellón.
¿Qué supuso para usted la salida de Arahuetes del Ayuntamiento?
Fue traumática para mí, porque se iba un gran gestor y porque internamente había mucha tensión dentro del grupo. Se pensó en ese momento que Clara Luquero era la que mejor podía llegar hasta las elecciones controlando la tensión, pero al final se arrodilló ante la Junta y se plegó a los intereses de Juan Luis Gordo y Alfonso Reguera. Esos fueron dos errores brutales, porque nosotros éramos un equipo de gestores independientes alineados en un partido político, llamado PSOE, pero manteniendo nuestra independencia.
¿Comenzarón así las diferencias en el equipo de Gobierno?
El equipo estaba fragmentado en dos: por un lado los partidarios Gordo y de la política que él práctica, una política de corral; y por otro, los partidarios de la política de Arahuetes, abierta con la ciudad y en continuo contacto con los ciudadanos. Y al final Clara Luquero decidió ser política profesional y en el momento en que decide anteponer sus intereses económicos y políticos y su ambición brutal, conmigo tenía poco que hacer.
