Como no podía ser de otro modo a la luz de un comunicado tan ambiguo y difuso que solo ha satisfecho a los más fervientes proetarras, el Gobierno se encargó ayer de dejar claro, a través de su ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que no se fía del manifiesto que la banda dio a conocer el domingo y que, en consecuencia, no cambiará «ni una coma» su política antiterrorista, puesto que la única actitud admisible será «la rendición definitiva e incondicional». «ETA tiene que dejar la violencia del todo y este comunicado está muy lejos de esos mínimos», apostilló el socialista, quien coincidió con la práctica totalidad de los análisis realizados por los demócratas al considerar el discurso de los asesinos «insuficiente», una impresión que, según añadió el responsable de las Fuerzas de Seguridad, «no solo tiene el Gobierno, sino también los partidos políticos».
Según Rubalcaba, ETA se ha quedado «corta respecto a lo que sectores de la izquierda abertzale venían preconizando y a los mínimos democráticos impuestos a Batasuna para volver a las elecciones». «Batasuna tiene que tomar una decisión, porque con ETA del brazo no va a ir a las elecciones», añadió el ministro antes de puntualizar que la nota de los asesinos es consecuencia directa de la debilidad de los terroristas, «que no pueden más», especialmente después del desmantelamiento de la base portuguesa de Obidos.
«La tregua como un concepto de paz para abrir un proceso de diálogo está muerta, eso ya no vale, porque ETA se encargó de que no valga», apostilló Rubalcaba en referencia a la ruptura de la última tregua trampa con el atentado de la T-4 de Barajas.
Además, el jefe del Interior se refirió a la «vieja lógica» de los asesinos para interpretar que podrían estar «preparando una posible vuelta a las armas». «Lo que dice es ‘yo me ofrezco y en unos meses o un año vuelvo a las armas porque el Estado es el malo, el que no se ha querido sentar a negociar’», comentó con respecto a la invitación al diálogo con el Ejecutivo que la banda incluyó en su comunicado.
Rubalcaba también quiso insistir en que, pese a las nuevas acusaciones del eurodiputado y ex ministro del Interior del PP Jaime Mayor Oreja, «es claro» que nadie del Gobierno ha negociado con los terroristas.
Además, el ministro detalló que Batasuna solamente podrá integrase en el sistema electoral «si rompe fehacientemente con ETA y abandona su apoyo a la violencia y pasa a ser un partido que defienda la independencia del País Vasco por vías democráticas».
Tales planteamientos coinciden de manera casi milimétrica con los del presidente del PP, Mariano Rajoy, quien reclamó al Ejecutivo que no negocie con la banda y abogó por que continúe la misma política antiterrorista e impida a Batasuna su presencia en las urnas. A juicio del jefe de la oposición, el manifiesto que dieron a conocer los asesinos a través de la cadena británica BBC no tiene «ningún valor» y, además, «no cambia nada».
«Ya tenemos suficientes experiencias en España para hacer caso de otros comunicados» de la banda, añadió el popular antes de defender que la única respuesta posible es profundizar en el respaldo a las Fuerzas de Seguridad del Estado, trabajar en la colaboración internacional e «impedir que ETA o cualquiera de sus franquicias se puedan presentar a las elecciones», un plan para el que el PSOE tendrá «el apoyo total» de la formación conservadora.
Además, Rajoy salió en defensa de Mayor Oreja, quien sostuvo que el anuncio de ETA no se entiende sin una negociación previa con el Gobierno, y manifestó que el hoy eurodiputado conoce «profundamente» la lucha antiterrorista y ha sido un ministro del Interior «de primera categoría», por lo que sus opiniones son «siempre» tenidas en cuenta.
También quiso recalcar la nula trascendencia del pronunciamiento de la banda la jefa de UPyD, Rosa Díez, quien sostuvo que «no hay nada nuevo, ni siquiera en la escenificación». «Merece todo nuestro desprecio escuchar a unos encapuchados que nos han quitado la vida a lo largo del proceso democrático», apostilló la diputada antes de explicar que «a lo largo de la historia de la humanidad nunca un movimiento totalitario se ha convertido a la democracia».
La homogeneidad de los demócratas solo fue rota por la cada vez más radicalizada ERC, que, a través de su secretario general, Joan Ridao, emplazó al Gobierno a «actuar generosamente y abandonar la visceralidad para alcanzar la paz». «No hay que ver siempre una trampa o el vaso medio vacío», sostuvo el republicano independentista antes de expresar su confianza en que en el País Vasco ocurra «lo mismo que en el conflicto de Irlanda del Norte».
