El primer ministro interino de Egipto, Hazem el Beblawi -calificado por su homólogo turco, Recep Erdogan, como «terrorista de Estado»-, propuso ayer la disolución de los Hermanos Musulmanes: «El asunto está en estudio. No habrá reconciliación con los que tienen las manos teñidas de sangre».
Por su parte, el titular de Sanidad cifró en 173 personas los fallecidos en episodios de violencia en todo el país el pasado viernes. Entre los muertos se encuentra un hijo del líder espiritual de la Hermandad, Mohamed Badie.
Ayer, nueva jornada de manifestaciones, comenzó con un cerco. Seguidores islamistas y miembros de las Fuerzas de Seguridad intercambiaron disparos dentro de la mezquita de Al Fatah, en la plaza de Ramsés de El Cairo. Así, el Ejército entró y detuvo a los individuos que seguían aún en el interior. El total de arrestados asciendía, al cierre de esta edición, a 1.004 «elementos de los Hermanos Musulmanes», tal y como afirmaron fuentes del Ministerio del Interior.
Y es que la espiral de violencia parece no tener fin, puesto que los rebeldes hicieron un llamamiento a todos sus seguidores a que sigan sus protestas en las calles durante, al menos, otros siete días.
«¿Por qué protege la Policía a hombres armados que toman las calles y matan a los que se concentran pacíficamente?», se preguntó Gehad el Haddad, portavoz de los Hermanos: «No tiene sentido, a no ser que sean parte de la gran operación policial». La organización acusó, además, al Gobierno de manipular las cifras de fallecidos.
Mientras, en Onda Cero, el enviado especial de la UE para el Mediterráneo, Bernardino León, señaló que aún es «pronto» para pensar en una posible guerra civil, si bien reconoció que Al Qaeda está intentando cubrir los huecos que está dejando la democracia. «Sufrió dos golpes muy profundos hace dos años, la muerte de Bin Laden y la Primavera árabe, y ahora quiere aprovechar la inestabilidad. Lo vemos en el Sinaí, en el sur de Túnez, en Bengasi (Libia)».
