Jenny Sofía Rebollo, la mujer de nacionalidad colombiana supuestamente asesinada y descuartizada por Juan Carlos Aguilar, el falso maestro shaolín, llamó a su madre por teléfono a Colombia hace unos días para comunicarle que estaba «muy contenta» porque le habían ofrecido trabajar en un gimnasio de Bilbao como masajista, según informaron ayer fuentes cercanas a la familia de la víctima.
Éstas creen que fue el criminal el que había contactado con ella para ofrecerle el trabajo como señuelo para asesinarla. Ponerse en contacto con Jenny Sofía Rebollo era fácil porque había colocado carteles en la zona de Zabalburu de la ciudad vasca, en la que vivía con su hermano, y en los alrededores para ir a los domicilios a realizar servicios de peluquería, de belleza y masajes.
Precisamente, la víctima vivía muy cerca de la calle Iturriza, donde reside el presunto criminal. El falso maestro shaolín regentaba un gimnasio, ZEN4, en el que la Ertzaintza le localizó el pasado domingo, tras haber arrastrado hasta el local a Maureen Ada Otuya, una prostituta de nacionalidad nigeriana y de 29 años, a la que golpeó brutalmente hasta dejarla en coma, falleciendo 48 horas después en el Hospital de Basurto.
Durante el registro del gimnasio y de la vivienda del presunto torturador, la Ertzaintza encontró restos de un cadáver descuartizado que había ocultado el bolsas de plástico. Eran los de Jenny Sofía.
En su confesión en comisaría, Juan Carlos Aguilar reconoció que su intención el pasado domingo era acabar con la vida de Maureen Asa Otuya, reconociendo que había matado, con anterioridad, a otra mujer.
La investigación continúa, ya que la Policía vasca trabaja con la hipótesis de que este experto en artes marciales haya podido matar a otras mujeres antes de cometer estos dos crímenes, ya que, por su forma de actuar, consideran que ha podido haber otras víctimas anteriores. Por ello, los agentes continúan peinando los inmuebles propiedad del encausado.
Por ahora, a Aguilar se le acusa de dos asesinatos. En el caso de Maureen Ada Otuya parece acreditado que hubo alevosía, y habrá que determinar si han concurrido también otras circunstancias agravantes como el ensañamiento. En caso de que haya dos agravantes, se trataría de asesinatos cualificados, los más graves, que conllevarían cada uno de ellos la pena de 20 a 25 años de prisión.
Por otra parte, el atestado policial realizado por la Ertzaintza no refleja que el falso maestro shaolín padezca ninguna enfermedad psiquiátrica, sino que solo menciona el tumor cerebral que asegura que se le había diagnosticado, por lo que, en caso de ser condenado, no podrá enajenación mental.
Mientras, la polémica se desató en el Parlamento vasco, que no pudo acordar por unanimidad una declaración institucional ante la muerte de Ada y Jenny. Y es que EH Bildu quiere que estos crímenes se engloben dentro de la violencia machista.
