El excomisario de Astorga, Pablo Antonio Martínez, exmarido de la autora confesa de la muerte de Isabel Carrasco, Montserrat González, y padre de otra de las implicadas, Triana Martínez, reconoció que era consciente de la “inquina”que ambas sentían por la que fuera presidenta de la Diputación de León.
“Ellas le tenían inquina porque estaba perjudicando a mi hija. Le hizo mucho daño”, admitió Martínez, quien explicó que él era consciente de dicha animadversión por Carrasco, aunque no intentó apaciguar la situación.
Además, explicó que conocía a Isabel Carrasco de actos públicos y cenas debido a su cargo y que su relación con ella no era “ni buena ni mala, era de cortesía” y que aunque sabía que estaba “perjudicando” a su hija, a la que estaba haciendo “mucho daño”, no intentó hablar con ella.
Ese presunto acoso provocó, según este testigo, que Triana estuviera “hundida física y moralmente. Pensaba que iba a cometer algún tipo de locura. Estaba muy preocupado, perdió más de 20 kilos”, añadió Martínez.
En cuanto al momento en que le comunicaron que su hija y su mujer estaban implicadas en el crimen, reconoció que sufrió una “especie de shock” y que lo primero que hizo fue mirar de forma instintiva al armario en el que guarda su arma reglamentaria, bajo llave, y comprobó que estaba ahí.
Los comisarios de Ponferrada y San Andrés habían acudido a hablar con él tras conocer lo ocurrido, añadió, y le preguntaron por la pistola. “Se la entregué, no fuera a hacer yo una locura”, reconoció.
En cuanto a la relación que mantenía con su mujer y su hija, el excomisario aseguró que “le hacían poco caso” y que en muchas cuestiones, como por ejemplo en relación a la pareja de Triana, no le contaban “nada”. Él y su mujer vivían en Astorga hasta que su hija perdió el trabajo en la Diputación León y, a partir de ese momento, pasaba largas temporadas en León para estar con su hija, que estaba “hundida”.
Además, comentó que su mujer Montserrat estaba “fuera de quicio” y “muy alterada” desde la salida de su hija de la Institución Provincial, pero que no habló con ella de la situación ni de si se estaba tratando con algún médico o psicólogo.
También prestó declaración en la vista de ayer el hermano de Raquel Gago, Carlos Gago, quien explicó que la relación de su hermana con Triana era “de buenas amigas” y que “quedaban de vez en cuando”, pero que tampoco se trataba de una amistad íntima, sino que era “igual que con otras amigas”.
Carlos explicó que Raquel sufría “situaciones de bloqueo en situaciones de estrés” y que era algo que le había ocurrido en alguna ocasión, pero no de forma constante. Uno de esos episodios, indicó, lo sufrió con el fallecimiento de la abuela de ambos. “Estuvo varios días en su mundo, esas cosas le afectan”, matizó.
También declararon tres agentes compañeros de Raquel Gago, quienes corroboraron la versión de su hermano, al admitir que la acusada no solía reaccionar bien en situaciones tensas y que incluso tenía “panico” a las armas.
