Con un aspecto algo más demacrado que hace dos meses, cuando recibió la bandera de Segovia 2016 de manos del alcalde de la ciudad, Francisco Monedero regresó a la casa de todos los segovianos para recibir el abrazo de Pedro Arahuetes, y con él el de todos los segovianos tras culminar la gesta de ascender hasta la cumbre de la montaña más alta de la tierra, donde se hizo una fotografía con la bandera de la candidatura segoviana a la capitalidad europea de la cultura, de la que hizo una ampliación que entregó al alcalde.
Pedro Arahuetes, que estuvo acompañado en el recibimiento por el concejal de Deportes, Javier Arranz, señaló que Paco Monedero “es un hombre que se ha forjado a base de esfuerzo y trabajo”. El alcalde de Segovia expresó su deseo de que la cima del Everest no sea el último 8.000 que ascienda Monedero, “y confío en que no sea la primera vez que asciende al pico más alto de la tierra, y que también continúe subiendo por las cumbres del mundo”.
Le tocó el turno a Francisco Monedero, que a pesar de no ser precisamente un primerizo en las lides de ponerse delante de los medios de comunicación, sí dejó claro que se desenvuelve mejor en la montaña que ante los micrófonos. El montañero agradeció el gesto del alcalde, “porque es muy bonito que se te reconozca en tu ciudad”, y destacó que la ascensión al Everest tuvo un motivo muy especial “que fue el de homenajear a mi hermano Curro (fallecido el pasado año), y eso es lo que me ha dado fuerzas. El triunfo es para él, que ha subido conmigo y es más, estoy convencido de que si la cumbre hubiera estado 100 metros más alta, también la habría subido, porque es la expedición en la que más concentrado y fuerte me he encontrado”. Y ello a pesar de tener que esperar durante lasguísimas jornadas a que la climatología hiciera un guiño en forma de ventana de buen tiempo, “y esa espera sí que te desgasta mucho en el aspecto psicológico”.
Claro que una cosa es subir “que es casi lo mejor que hay” y otra muy diferente es bajar, “porque tiene sus riesgos, a los que hay que sumar el cansancio que acumulas, que en mi caso eran tres días de ascensión, más alguna noche durmiendo muy poco”. El descenso del Everest fue el más duro de su carrera para Paco Monedero, “porque sufrí una deshidratación y cada diez pasos que daba tenía que pararme porque no podía más. Esa fue la razón por la que tardé dos días en descender desde la cumbre hasta el campo base”.
Afortunadamente no hubo más complicaciones en el descenso, aunque la expedición de Monedero no ha estado exenta de riesgos, “y alguna vez me ha tocado correr más que un bloque de hielo que se deslizaba hacia abajo”, y una vez en casa, el montañero segoviano no dudaba a la hora de dedicar la cumbre “evidentemente a mi hermano, pero también a mi madre, a mis hijos, y a la madre de mis hijos, así como a todos los que se han alegrado por mí, ya fueran conocidos míos o gente desconocida que también me ha hecho llegar su felicitación”.
