El escándalo en torno al estadounidense Lance Armstrong sigue abriéndose: su excompañero Matthew White renunció ayer a su cargo de director del equipo Greenedge tras admitir haberse dopado junto al principal protagonista.
El RadioShack despidió el pasado viernes a su jefe, el belga Johan Bruyneel, el compañero más importante del texano en su camino hacia los siete Tour de Francia que conquistó.
La Usada difundió hace unos días un informe de más de 1.000 páginas en el que confirma un «sofisticado» sistema de doping por parte de Armstrong, sobre el que la UCI debe decidir en los próximos días si le retira todos sus triunfos.
Varios excompañeros comparecieron como testigos del fraude del deportista norteamericano, que siempre negó haber consumido sustancias prohibidas y que podría enfrentarse a una pena de prisión por perjurio.
El último en admitirlo fue White. «Debo decir con tristeza que fui parte de un equipo en el que el doping formaba parte de la estrategia y que yo también estaba involucrado», indicó el australiano, que corrió en el equipo US Postal entre 2001 y 2003.
«Es algo de lo que no estoy orgulloso y me disculpo con mis seguidores, los medios de comunicación, mi familia y amigos, que confiaron en mí», explicó.
El oceánico ya había sido mencionado por el estadounidense Floyd Landis, uno de los testigos en el ‘caso Armstrong’, como uno de los corredores que tomaban EPO y testosterona. Mientras tanto, el Greenedge apuntó en un comunicado que aprueba la decisión de White. «Tenemos la esperanza de que todo se solucione cuanto antes», señaló el equipo.
Bruyneel, sin embargo, no dejó el RadioShack de forma voluntaria, a pesar de que habló de un «consentimiento mutuo». La presión pública se volvió enorme y el suizo Fabian Cancellara, uno de los mejores contrarrelojistas del mundo, estaba considerando no volver a correr bajo las órdenes del belga.
El caso parece estar lejos de llegar a su fin y es probable que en el mismo tren del estadounidense viaje también la UCI. Además, el informe de la Usada apunta que el organismo internacional y sus dos últimos presidentes, Hein Verbruggen y Pat McQuaid, habrían protegido al texano durante años e, incluso, habrían ocultado resultados positivos.
Ahora, el ente rector del ciclismo mundial deberá decidir dentro de tres semanas si retira a Armstrong sus siete Tour como pide la Agencia estadounidense.
Mientras tanto, el excorredor continúa en silencio, y únicamente ha hablado de su fundación contra el cáncer, que cumple 15 años: «Estoy muy orgulloso de lo que hemos conseguido juntos».
Pero la situación podrá ser pronto aún más incómoda para Armstrong, de 42 años. El estadounidense podría enfrentarse a un delito de perjurio y ser condenado a la cárcel como ya le ocurrió a la exatleta Marion Jones.
