Tanques del Ejército sirio irrumpieron ayer en Albu Kamal, una ciudad situada junto a la frontera con Irak que estaba asediada desde hace dos semanas, por un intento de aplacar la disidencia, según informaron varios activistas. Las fuerzas leales al Gobierno de Bashar al Assad abrieron este nuevo frente coincidiendo con el segundo día de asedio a Hama, en el noroeste, donde ayer murieron al menos otras cuatro personas más. Durante el primer día de ataques contra Hama, escenario en 1982 de una masacre para aplacar una revuelta de Hermanos Musulmanes, gallecieron al menos 84 civiles, según el nuevo balance hecho público por activistas pro Derechos Humanos.
La ofensiva del domingo del Ejército de Al Assad tuvo como principal escenario el distrito de Hamidiyah. «Nadie puede abandonar la ciudad porque las tropas y las shabbiha (milicias afines al Gobierno) están disparando de forma indiscriminada con ametralladoras», explicó un residente que se identificó como Raed. Entre las cuatro víctimas confirmadas ayer figura Jaled Adel al Sheij Mossa, cuya casa fue alcanzada durante un bombardeo, que también demolió otra vivienda y una farmacia. Un médico indicó, asimismo, que un joven pereció tras recibir un disparo en el pecho.
La agencia de noticias oficial SANA justificó los bombardeos por la presencia de «grupos armados», un término utilizado desde el principio de las protestas, en marzo, para denunciar a supuestas organizaciones que están detrás de las movilizaciones populares. El medio informó de que ocho policías murieron mientras luchaban contra «terroristas armados».
Por su parte, el presidente afirmó que su país superará «este nuevo capítulo de la conspiración que pretende dividir a la nación».
Por otra parte, los Veintisiete acordaron ayer extender a otras cinco personas adicionales las sanciones contra dirigentes y empresas vinculadas al régimen, a la luz de la «gravedad» de los últimos ataques contra civiles, en los que la opresión ya se ha cobrado la vida de más de 1.600 civiles y de 369 efectivos desde marzo. La jefa de la diplomacia, Catherine Ashton, llamó a liberar a los presos políticos y a cesar la violencia en Siria, al tiempo que pidió a Damasco que establezca un «verdadero diálogo inclusivo» para superar la crisis.
Mientras, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, descartó una intervención militar. A su vez, la ONU, España, Alemania, el Reino Unido y Francia condenaron la violencia contra los manifestantes antigubernamentales en el país árabe.
